martes, 27 de diciembre de 2011

Ahora sí

Siendo las 4 de la mañana y estando yo acá en la computadora, puedo decir que estoy oficialmente de vacaciones.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Calienta pijas

El otro día discutía con L. (*) si yo era o no calienta pijas. Yo aseguraba que sí, pero él me decía que el término alude a "la que calienta la pava pero no ceba el mate" y que por lo tanto no se aplicaba. Yo seguía asegurando que sí. El sábado a la noche empecé a esbozar una teoría sobre la cuestión.

Yo soy cero histérica, cero. Me gustás y te gusto, vamos a la cama. Así, sin vueltas. Sin rodeos. Sin obstáculos innecesarios. Y el hecho de no ser histérica, podría hacerme pensar que no soy calienta pijas. Pero no me conformo con eso.

El sábado a la noche me di cuenta de que disfruto mucho de calentarles la pava (sí, y no cebar el mate), a aquellos hombres a los que, ¿humildemente?, sé que les encanto. A aquel muchacho que describió la noche que pasó conmigo como "el mejor garche de su vida", no puedo evitar querer ir a bailarle y después correrle la boca. Es algo que va más allá de mí, y que me hace sentir tan placenteramente hija de puta. Con el otro que me busca y me busca desde segundo año pero que por lento o por tonto sólo estuvimos una vez, me pasa que me encanta piropearlo durante el día y esquivarlo durante la noche. Seré una persona muy mala en el fondo, puede ser.

Igualmente, a mi teoría le falta ir más al fondo de la cuestión. Leo el párrafo anterior y pienso que soy una egocéntrica de mierda: no sólo asumo que existen hombres a los que les encanto sino que además me aprovecho de eso para dejarlos con la chele. Calienta pijas de las jodidas. Pero pienso en mí conociéndome, y me pregunto si no será que lo tomo como un "refugio de seguridad", como una forma de lucirme donde sé que gusto y poder sentirme bien conmigo misma. Y eso me lleva a preguntarme por qué siempre necesito encontrar en los demás, la seguridad sobre mí misma.

Ok, ya sé de qué voy a hablar en mi próxima sesión de terapia.

(*) Estuve a punto de escribir "con mi novio", pero me adelanté al fallido; casi atino a "mi ex" pero me pareció que iba a quedar como un dato curioso en la anécdota; pensé en "mi ex/actual" pero me pareció muy pete. Así que de nuevo opté por llamarlo L.: este blog sabe mejor que nadie quién es L.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El mal humor

Es como un interruptor que tengo en alguna parte de mi cuerpo y que alguien -o yo misma- aprieta sin saberlo. A partir de ahí se activa drásticamente mi estado de mal humor. Y cada palabra que entra por mis oídos me duele, me aturde, me lastima. No puedo volver a abrir la boca porque nada lindo saldría, y en cambio cagaría a puteadas a todo el mundo.

Las razones que hacen que ese interruptor se active son muy variadas. A veces, que tengo ganas de hacer algo imposible; salir con alguien que en ese momento no puede salir, por ejemplo. También cosas insólitas, por ejemplo, que sea muy tarde pero no tener ganas de dormirme. Algunas cosas más complejas, como que me dijeron algo que no quise escuchar. O tener que cumplir con responsabilidades que en ese momento no quiero; por ejemplo a veces me pone de mal humor tener reuniones los domingos. Una cosa que me pone particularmente de mal humor es no poder transmitirle al otro lo que me pasa, sentir que no me entiende o que no me sé expresar. Tener mucho sueño también me pone de mal humor.

Hay pocas cosas en la vida que me sacan del mal humor. Una cena con amigas, por ejemplo. Preparar mate, por ejemplo. Un mensajito de L., por ejemplo. Escuchar algún buen tema, por ejemplo. Un halago o cumplido hacia mi persona, por qué no. Un buen Solitario Spider que gane como una campeona, sí señor. Ahora que me doy cuenta, existen más cosas en la vida que me sacan del mal humor que las que yo pensaba. Ahora sí, si no van a hacer nada para sacarme, prefiero que me dejen sola conmigo misma.

A veces para salir del mal humor, duermo. Duermo eternamente. El problema es que no hay nada que me ponga de peor humor que quedarme dormida o levantarme muy tarde.
Uhm.
Igual creo que escribir esta entrada me sirvió.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Sentir o pensar, esa es la cuestión

El problema es que me dice todo lo que quiero escuchar.

Tener de pronto a tu ex llorando, mirándote a los ojos y diciéndote "No puedo permitirme perderte", no es cosa de todos los días. Sentir que le encantás, que está contento porque vos hayas accedido a cenar con él, escuchar que sos hermosa y que no hay otra como vos. Que te cuente todo lo que te extraña y las ganas que tiene de estar con vos, sentirlo seguro en su decisión. Pensar, dos días después "No tiene por qué mandarme un mensaje, pero me gustaría que me lo mandara", ver el celular y encontrarte con un mensaje que decía "Me gustaría verte". Contarle que tenés un plan para la noche que es inviable para que se vean, que te responda que "puede hacer un esfuerzo". Que te llame y que te diga que quiere verte y que no le importa adónde te tiene que ir a buscar y si tiene que ir solo a buscarte. Contarle que estás indispuesta y que es sábado a la noche. Que te responda "Eso no me cambia nada, yo quiero estar con vos. Así que, a menos que no quieras, te llamo cuando esté para arrancar y te paso a buscar". Seguir tu noche y terminar fisurando en la fiesta a la que fuiste, y que en el momento justo y preciso te suene el teléfono y que sea él diciéndote "Estoy en la puerta, ¿venís?". Salir y que te vea en ese estado, que te acompañe y te cuide, que te sostenga el pelo mientras vomitás como una pelotuda. Que te pregunte "¿Te llevo a tu casa?", que le digas que no, "¿Te llevo a mi casa?", que le digas que sí. Llegar a su casa y que te prepare agua con limón, que te desvista y te mime, que te acaricie la espalda hasta el temblor.

No es cosa de todos los días. Es increíble.

Pero será que estoy sufriendo por adelantado, que no me estoy dejando entregar "por las dudas", que me angustio por pensar en cuando se acabe y deje de hacer estas cosas por mí. Será que me abruma tanta felicidad, que me siento desbordada porque no puede ser, porque algo tiene que salir mal.

¿O será que aprecio todo y lo aprecio mucho, pero no me pasa nada...?

Entonces, el problema no es que me digas todo lo que cualquiera quisiera escuchar. El problema es que nada de eso me va a venir bien hasta tanto yo no sepa qué es lo que quiero yo.

viernes, 28 de octubre de 2011

Nota a mí misma

No la quedes ahora, Paula. No la quedes.

viernes, 21 de octubre de 2011

Sabias palabras de mi amiga P.

Yo estoy buscando algo
Vos no sos lo que quiero encontrar

Pero me servís para pasar el rato

Mi alma no se contenta

con creerte un pelotudo.

jueves, 20 de octubre de 2011

Conversación por chat con mi amigo S.

Paulita Escars
yo tengo ganas de vivir esto
de vivir contradicciones
de vivir revoluciones internas
de tener impulsos como teñirme el pelo o hacerme un arito
de flashear una banda
de los cambios! tengo muchas ganas de los cambios
porque me gusta ser así, salpicón de quilombos
creo que es la única forma de encontrar a la que quiero ser
a la que hace mucho tiempo quiero ser y no puedo o no me animo

fue medio un poema lo mío jajaja

miércoles, 5 de octubre de 2011

La negación

Ayer tuve una revelación

y finalmente encontré

el famoso hilo conductor

entre mi viejo y mi ex.

martes, 4 de octubre de 2011

En el subte

Siempre que hay alguien parado muy al borde del andén, y está viniendo el subte, me da miedo que en una de esas le agarre un brote y se tire.

lunes, 3 de octubre de 2011

Quizás no era el mejor momento de mi vida para ver este capítulo II

Sobre todo cuando de pura romántica, de asquerosamente cursi, de ingenuamente sentimental y de tan melosa que me doy bronca, justamente ayer, empezaba a escribir esto:

Lo que pasa es que la primera vez sabe a eternidad. Soñamos que la primera se convierta en la única vez. Soñamos que ninguna otra vez va a poder ser tan hermosa y alucinante como aquella primera vez.
Y sobre todo cuando esa primera vez (casi por definición) estuvo plagada de "quiero vivir toda la vida con vos", de "sos la mujer de mi vida", de pensar nombres para nuestros hijos y de buscar casas en alquiler, de soñadores nomás.
Y entonces, ese gustito de la primera vez, todavía (aunque haya pasado el tiempo y hayan pasado las cosas) sabe al sueño de la eternidad, que no fue y que no será.

Quizás no era el mejor momento de mi vida para ver este capítulo


Anoche me puse a llorar con la novela de Francella.

Todo el capítulo estaba atravesado por la idea de que hay que cerrar el pasado para abrirle paso al futuro.
La chica que iba a la agencia era Julieta, una mina que se había quedado en los '80, aparentemente por su ropa y por la música que bailaba, pero era porque nunca había podido superar al amor de su adolescencia. No paraba de nombrar al tal Darío, las cosas que hacían juntos, cómo se divertían, cómo lo extrañaba, a pesar de estar saliendo por primera vez con otro hombre y a pesar incluso (contaba ella) de haber estado casada durante ocho años con alguien. Darío seguía ahí, en su vida y en su corazón. Julieta le cuenta a Francella que terminaron cuando ambos cumplieron 20 años y que se prometieron que cuando cumplieran 40 se iban a reencontrar en su bar de siempre y que si estaban solos iban a compartir el resto de sus vidas. También le cuenta que ella efectivamente fue y él ni se apareció. Sale del boliche mamadísima y termina con Francella en la casa de Darío, que ya no era suya sino de su ex, que le dice a Julieta: "Así que vos sos Julieta... ¡y por tu culpa Darío nunca pudo quererme a mí! Tuve que acostumbrarme a vivir con tu fantasma, ¡hija de puta!". Entonces Julieta emprende la búsqueda de Darío, convencida de que a él le había pasado lo que a ella, de que él seguía extrañándola y deseándola con la misma vivacidad e intensidad que a los 20 años.
Francella encuentra al famoso Darío, que resultó ser un plomero gordo y pelado. Y resultó ser que sí se había presentado el día de sus 40, pero resulto ser que Julieta no lo había reconocido, "y ella estaba más linda que antes, la guacha". En el monólogo de Darío mis ojos se convirtieron en cataratas. "Cosa de pibes", decía, "Pensamos que nos iba a ser fácil encontrar otro amor, si nos pasó todo eso con el primero imaginate que todo lo que venía después iba a ser mucho mejor, ¿no? Cosa de pibes... Dijimos, así como canchereándola, bueno, cortémosla, veamos otras gentes..." Y más y más cataratas.
La historia termina simple y fácil. Efectivamente se reencuentran, se miran a los ojos, se besan, y viven felices para siempre.

Anoche me puse a llorar con la novela de Francella.

Y seguí llorando cuando terminó y también después, y hasta me acosté llorando.

martes, 27 de septiembre de 2011

Similitudes y diferencias

Similitudes:

1) Los escrutinios
En ambas ocasiones, la semana anterior a que cortáramos, se habían desarrollado las elecciones en la UBA. Ambas situaciones me hicieron a un lado de su vida.

2) La cena
En ambas ocasiones, la semana anterior a la que cortáramos, habíamos ido a cenar con su familia paterna. Ambas cenas me exasperaron.

3) Los vocativos
En ambas ocasiones, los días antes a que cortáramos, L. no podía usar los vocativos que frecuentaba para referirse a mí ("mi amor", "mi vida", etc). En ambas ocasiones, optó por el seco "petisa" o el forzadísimo "Pau".

4) La frase de Facebook.
En ambas ocasiones, después de cortar L. publicó como estado en Facebook la frase: "Si me cansé de mentir fue porque la verdad lastima sólo al principio, si me cansé de dormir fue porque al sueño no lo sueño dormido"

LA diferencia: Yo.

Hoy me siento mucho más fuerte que aquella vez.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Destruir para poder construir

Hay cosas en mi vida que sencillamente me encanta desordenar.

La ropa, por ejemplo.

Anoche me acosté tarde y la verdad es que me tenía que ir a dormir. Cuando miré el estado de la cama en la que tenía que dejar caer mi cuerpo, era todo pura ropa. (¿Hacía cuánto que no dormía en mi cama?) La pila que salió del lavarropas el viernes y la que salió el sábado y la que salió el domingo; el malón de ropa sucia que me saqué el lunes antes de acostarme y la que me saqué el martes y la del miércoles y la del jueves y viernes; el despliegue que había armado a lo largo de toda la semana cuando no sabía qué ponerme y que habían quedado ahí porque no hay tiempo y estoy llegando tarde y me tengo que ir; las bombachas que había sacado de la canilla uno de estos días y que no tuve tiempo de ordenar porque estoy apurada y cuando vuelvo me ocupo.

Como con un dejo de bronca o de algo que tenía que sacar para afuera, rápidamente agarré toda esa ropa, la que estaba doblada y la que estaba hecha bollos, la que estaba perfumada y la que estaba chivada, la mía y la que había venido equivocada. La agarré toda de un solo tirón, abrí el placard, y la tiré en uno de los estantes.

Hoy a la mañana cuando sonó el despertador, sentí que tenía un objetivo, algo así como una asignatura pendiente que no podía esperar. Me levanté con más tiempo que "lo justo" porque tenía que ordenar mi ropa. Y lo disfruté tanto. Primero deshice mi cama, cambié las sábanas, puse a lavar las viejas y la arropé con las limpias. Después, empecé a sacar toda esa ropa que ya era puro quilombo ahogándose en el placard, y lo dispuse encima de la cama recién hecha. Y entonces, la parte que más me gusta: clasificar en la pila de remeras, la pila de pantalones, la de polleras, la de corpiños y bombachas... y una pila que nunca falta: la ropa de mi hermana K. o de mi madre, que vienen equivocadas. Pero no queda ahí; una vez que clasifiqué por grupos de ropa (por lo general tiene que ver con en qué estante o en qué percha va cada una), empiezo a clasificar por sub-grupos (lo cual tiene que ver con en qué pila de estante): remeras de manga corta, de manga larga, musculosa, tres cuartos, para campo, para salir, etc. Y finalmente, abro de par en par las puertas de mi placard y empiezo a acomodarlas despacio y prolijamente. Tengo algunos caprichitos como que por ejemplo no puede ir una remera blanca arriba de otra blanca, le tengo que meter en el medio una azul así mi placard resulta estético ante los ojos humanos.

Me encanta ser ordenada con mi ropa. Es igual que con los papeles (lo cual, de todas formas, merece una entrada aparte). Clasifico estructuradamente los tipos de ropa, y me ha pasado inconscientemente de no saber si comprarme tal o cual pollera por no saber en qué pila iría (así como no sé si guardar tal o cual apunte porque no sé en qué carpeta iría). A veces, incluso, me rebelo y cambio el criterio de orden: si antes dos polleras iban en pilas separadas porque una era de modal y la otra de bambula, ahora van juntas porque las dos son por la rodilla. Y cada tanto me entretengo cambiando el criterio.

Y porque me encanta ser ordenada con mi ropa, es que a veces me gusta desordenarla toda para sentir ese placer que implica ordenarla, pila por pila, color por color, tela por tela, y ver mi placard tan estéticamente acomodado por mis manos humanas.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Dilemas a tres días del break up

Lo vine pensando todo el día. Tengo un poco de ganas de saber cómo está. Tengo un poco de ganas de saber qué me pasará cuando me entere. Y pensaba... ¿cuál hay? Hay muchos exs que hablan, que se intercambian algún que otro mail, que al menos el primer tiempo mantienen algo de contacto. "¿Cuál sería el problema?", venía pensando.

Llego a mi casa. Abro Facebook. No está conectado. Bueno, espero a que se conecte. Espero. Abro su ventanita del chat y la minimizo cosa que no se me pase si se llega a conectar. Dejo abierta la pestaña del Facebook esperando a que a su ventanita se le aparezca el circulito verde. Espero. No se conecta. ¿El Blackberry le avisará que alguien le habla por chat aunque no esté conectado? Quién sabe. Quizás si le hablo ahora le llega igual. O quizás no es tan terrible dejarle un mensaje y que lo vea la próxima vez que se conecte, ¿no? Vuelvo a abrir la ventanita. cómo e... Lo borro. cómo estás? Lo borro. cómo estás? Y lo mando.

Qué estúpida que soy.

Quizás es que hace ya mucho que todo esto no está

Tengo que decírmelo bien fuerte y clarito porque parece que todavía no lo entiendo:
PAULA: ESTÁS SOLA. NO TENÉS MÁS NOVIO. SE ACABÓ.

No más dormir en cucharita, no más llamarlo cuando lo necesito, no más "sos lo más lindo que tengo", no más mate en la cama los domingos, no más que me llame cuando me necesita, no más acostarme en su pecho, no más que llore en mi panza, no más chocolate porque sí, no más fantasías sexuales cumplidas, no más garche con amor, no más abrazos contenedores, no más cursilerías, no más besitos lindos, no más despertarse con él, no más escribirle cartitas, no más sentir que le gusto mucho, no más proponerle "¿y si vamos juntos a...?", no más peli juntos, no más amor, no más dulzura, no más que me levante el ánimo con nada, no más sonrisitas cálidas, no más regalos especiales, no más L.
¿Y...? 
¿Ni con todo esto puedo ponerme a llorar?

sábado, 24 de septiembre de 2011

El mercado de mi vida

La oferta y la demanda en mis relaciones, nunca llegan al equilibrio.

Me cuesta pedir, ése es el tema. Me cuesta decirle al otro que lo necesito, pedirle ayuda, porque sola no puedo, porque me creo muy fuerte pero en realidad soy débil. Me cuesta decirle al otro que ahora quiero que me escuchen a mí, que yo también tengo mis quilombos y también quiero compartirlos. Me cuesta demandar mis momentos, decirle al otro: "Pará. Ahora escuchame un poquito a mí". Me cuesta hasta responder cuando me ofrecen que demande.

Quizás sea que me cuesta necesitar, que soy muy orgullosa y me creo autosuficiente (como alguna vez me dijo un borracho en una fiesta frente a mi rechazo). Quizás sea que me gusta mucho dar, que siempre prefiero escuchar a los demás y serles útil. Quizás sea que siento que a nadie le va a interesar lo que yo tenga para decir, las cosas que me están pasando a mí, mis problemas y angustias. Quizás sea que siento que no me lo merezco, que no soy quién para demandar porque no lo valgo, que es una mentira eso de que doy mucho.

Sea por lo que sea, en las relaciones sociales que construyo, siempre hay exceso de oferta. Las dos curvas deben tocarse en algún punto, pero yo no soy capaz de deslizarme sobre el otro lo suficiente como para llegar al punto de equilibrio. Y, créanme, que el precio que pago por esto, resulta ser muy, muy alto.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Un solitario spider y me voy a dormir, lo juro

Viernes 4 AM

+ Leo blogs pero debería estar leyendo Los de abajo para la prueba de mañana
+ Tengo muchas ganas de escribir pero no me sale nada
+ Escribo algunas cosas pero no termino ninguna
+ Pienso lo justo y lo necesario
+ ¿No debería estar durmiendo?

Vuelvo a ser la ex de mi ex

Pero ahora todo es distinto.

jueves, 22 de septiembre de 2011

No hay respuestas a mi falta de preguntas

Algo así como lo que me pasaba acá. Sí, me sigue pasando.

Es raro, ¿tan ajena a mí puedo ser?

Cuando estoy con una de esas angustias en que chorreo moco a lo vago sin entender bien por qué (me pasa muy seguido, está en mi esencia), trato de buscar respuestas en escritos ajenos (siempre en escritos, también está en mi esencia).

Me la paso leyendo poemitas o prosas cortas de cualquier índole, sobre cualquier tema. También reviso blogs desconocidos de gente desconocida a la que le gusta volcar sus reflexiones en una página web. Y así busco, busco las respuestas a las cosas que me están pasando.

¿Tendré miedo de meterme muy para adentro? ¿Estaré preguntando en realidad cómo se hace para decir las cosas? ¿Seré tan insegura como para creer que, no sólo a los demás, sino que a mí tampoco me interesan las cosas que me pasan?

Lo peor es que busco y busco pero, adivinen qué pasa. Sí, adivinaron: no encuentro.

es que yo no creo en mi canción,
es que yo no espero nada de mí.-

martes, 20 de septiembre de 2011

¿Viste eso que dicen de que el amor es como un boomerang?

No te ofendas, pero hace rato que estoy esperando que vuelva.

sábado, 17 de septiembre de 2011

El vicio del juego

No sé qué se me habrá cruzado alguna vez por la cabeza, pero resulta que en mi computadora vieja, había desinstalado los juegos de Windows. Esos juegos que me entretenían (y para lo único para la que usaba la pc en realidad) cuando no había internet. Eran bastante chotos, la verdad, pero yo jugaba muy bien, en especial al Corazones, que era re difícil guacho!

Bueno, resulta también que ahora tengo computadora nueva. Y me di cuenta lo adicta al juego que soy, es terrible. Yo pensé que con ser fumadora y medio sexópata ya había cubierto la cuota de mis pecados. Pero no. El Solitario Spider me está matando. Cierro los ojos y veo cartas. A la noche, cuando me voy a dormir, me armo un juego mental y lo juego en mi cabeza. Realmente me está afectando.

(Cuando se lo conté a L., su respuesta fue: "¿Ahora te das cuenta por qué lo habías desinstalado?")

martes, 13 de septiembre de 2011

Apuntes para resolver... algo

Mis problemas son:

- ser un tanto desequilibrada

- no decir las cosas que me pasan
- no saber cómo decir las cosas que me pasan, en qué momento, a qué persona, y entonces no decir las cosas que me pasan

- desconfiar siempre de lo que hago o dejo de hacer
- creer que siempre tengo razón, pero entonces pensar en que todos van a pensar que yo creo tener razón y entonces quizás no tenga razón, y entonces desfonfiar en lo que hago o dejo de hacer

- no ver más allá de mí, o ver demasiado
- no poder asumir quién soy
- encerrarme en algo que creo que soy y olvidarme de todo lo demás
- encerrarme en algo que creo que soy y olvidarme de todo lo demás, y entonces recordarlo y entonces ver tanto más allá de mí que me pierdo
- encerrarme en algo que creo que soy y olvidarme de todo lo demás, y entonces recordarlo y entonces ver tanto más allá de mí que me pierdo y creo que soy algo que no soy y entonces no poder asumir quién soy

- no empezar de una buena vez por todas terapia

lunes, 8 de agosto de 2011

hablando se entiende la gente
y qué bien nos hizo hablar

ojalá así pueda finalmente
algún día dejar de tambalear

domingo, 26 de junio de 2011

Inversión de tamaño

Hoy mientras cambiaba mis toallas, me di cuenta de algo muy gracioso: yo podría perfectamente usar el toallón para el pelo y la toalla para el cuerpo.

viernes, 17 de junio de 2011

Cuando se quiebran todos los sentidos por una canción

Hoy encontré una joyita en feisbuc que me alegró la noche. La comparto porque realmente vale la pena:

 

Y recordé / redescubrí / reinventé / recreé / volví sobre una de las pocas medicinas que funcionan para mí tan infaliblemente a la hora de combatir el estrés, la quererirsealamierdastitis, y todas esas patologías muy propias de esta época del año. Esa medicina fue, es, y seguirá siendo el rocanrol.

martes, 24 de mayo de 2011

Podría pasar

¿Y si nada de lo que hago tiene sentido? ¿Y si creo que tengo alcance pero no llego a nadie? ¿Y si mi cabeza se estresa más de lo normal? ¿Y si no merezco reconocimiento alguno? ¿Y si voy contra viento y marea? ¿Y si la estoy pifiando? ¿Y si no pasó nada relevante para la Química el 16 de abril? ¿Y si no puedo cumplir mi rol dentro del espacio? ¿Y si no tengo ese rol? ¿Y si no lo quiero asumir? ¿Y si me quiero ir a la mierda? ¿Y si no me escuchan porque mis palabras no merecen oídos?

En ese caso...
¿qué hacer?

lunes, 16 de mayo de 2011

Soñé muchas cosas

Soñé, por ejemplo, que nos íbamos a Tilcara/Bariloche (no estaba claro). Y que todos estaban listos y yo no sé por qué pero estaba llenando planillas de quién sabe qué. Y por alguna razón tenía mi bolso hecho desde hacía mucho tiempo.
Y soñé que yo me tenía que ir a bañar. Y en mi bañadera había una reunión de Lobo Suelto. Entonces le pedía a mis cumpas que me alcanzaran el shampoo. Y Santi me lo alcanzaba.
Y soné que Boca se iba a la B. Y era un quilombo.
Y todo el sueño transcurría en lo de L. Y L. dormía en la ex pieza de su hermana, y yo en la suya. Y lo iba a saludar (porque me estaba yendo de viaje con mi división, no sé a dónde), y él estaba tomando mate en la cama con el Suso.

Nota de color: Todos y todas estaban desnudos en mi sueño.

domingo, 15 de mayo de 2011

Reflexiones a próposito del casorio del año

(No de la boda real, sino del de la hermana de L.)

No sé si será porque en esa situación en particular, yo estaba jugando de visitante, era "la acompañante de", fui presentada a través de otro, y en definitiva estaba ahí a través de otro. Pero el caso es, que es terrible cómo los eventos sociales resultan tan reproductores del sistema patriarcal. Las parejas son un hombre y una mujer que lo acompaña, situada siempre atrás; los solteros son solteros, las solteras son solteronas.

Anoche, en un momento dado, se nos acerca una pareja amiga del padre de L. Él se pone a hablar de fútbol con L. Ella, al asumir que nosotras no podíamos participar en esa charla, empieza a hacerme comentarios tales como "Qué lindo el salón, ¿no?", "Está fresco acá afuera", "Qué emotiva fue la ceremonia", y finalmente -cuando ya no había más lugar para los comentarios huecos-, se dispone a hablarme de sus hijos. Así, de la nada, "Yo tengo una hija de tu edad, y otro más chico y blablblbalbablabalb". Los hombres hablan de fútbol, y las mujeres de hijos.

Yo no tengo hijos, a veces me gusta hablar de fútbol, y me sentí tan estúpida cuando no pude decir más que: "Qué lindo el vestido de Pali, ¿no?"

domingo, 1 de mayo de 2011

Fechas

La otra noche, L. me planteó algo que realmente lo aquejaba: ¿cuánto tiempo llevamos de relación ahora? ¿Qué día cumplimos meses? ¿El primero -como en los viejos tiempos- o el doce -fecha del reencuentro-? ¡Qué planteo!

Siempre me gustó que contáramos a partir del primero, es muy cómodo para no olvidarse. Y me parece de alguna forma mágico, es como renovarse mes a mes, no sé.
El 12, en cambio, me parece un sin sentido. ¿Es principio de mes? ¿Es fin de mes? Ni siquiera podemos decir que es mitad de mes... El 12 me desconcierta, como que no dice nada, un día totalmente intrascendente en el mes.

Pero además, ¿cuál es el trasfondo de contar a partir del 12? Si este 12 de mayo le recordara: "Hoy cumplimos dos meses", ¿tendría acaso sentido? Es cierto, sí, que si hoy le dijera: "Hoy cumplimos un año y diez meses", sería bastante hipócrita de mi parte, porque invisibilizaría una ruptura bastante importante. Pero... ¿qué son tres meses en veintidós? Obviamente en la historia esos tres meses fueron mucho y sobre todo ahora, en este recomienzo que es aún muy joven. Pero, en cuanto a los números, la verdad es que no hace la diferencia.

Hoy le mandé un mensaje que decía: "Felices (22-3) meses!". Creo que llegamos a un consenso, ¿no? Un poco incómodo y antiestético, pero consenso al fin.

miércoles, 27 de abril de 2011

Os advierto

Estoy en uno de esos momentos en que escribo todo lo que me pasa, en que cada sensación es digna de convertirse en palabra.

Os advierto: son momentos de mucha paz, mucha soledad, donde nada ni nadie me puede apurar.

Os advierto: camino a mi tiempo, buscando un poco de liberación individual.

sábado, 23 de abril de 2011

Fotolog me arruinó la vida

He llegado a la conclusión de que no puedo seguir viviendo con sólo 200MB libres en mi disco. Me prometí a mí misma entonces, dejar de ser una acumuladora compulsiva y borrar manualmente todas las porquerías que tengo.

Pero me di cuenta de que Fotolog me arruinó la vida. Tengo como 3GB de fotos, fotos y más fotos. De cuando era súper importante tener mil fotos para poder postearlas, de cuando uno paseaba de fotolog en fotolog y robaba las fotos que habían posteado otros, de cuando te juntabas media hora con una amiga a tomar mate y te sacabas veinte fotos para después postearlas, de cuando además tenía una carpeta que se llamaba "lindis" (sí, alguien que me mate) para cuando me hacía la poética y posteaba una foto de un pájaro o alguna boludez así y el epígrafe era la letra de una canción.

¡Lo que era la cultura Fotolog! Y cómo -afortunadamente- la hemos perdido. (De más está decir JÁ, que todos esos 3GB de fotos son del 2008 para atrás... O SEAAAA.) ¿Realmente he dedicado toda mi preadolescencia a sacarme fotos y compartirlas con las mismas personas presentes en la foto?

(Bah, igual habla la que está escribiendo una recontrarepelotudez en un blog... Sí, quizás tenga una especial vulnerabilidad para estas cosas)

domingo, 3 de abril de 2011

Te quiero libre, linda y loca

Anoche L. me dijo lo más lindo que un hombre le puede decir a una mujer:
"Me gustás porque sos libre"

Y como creo en la política prefigurativa,
lo tomo como una victoria del  MoFemIR
                                                  (Movimiento Feminista Intra-Relación)

Ahora sí:
que después no me venga con que no me depilé...

domingo, 27 de marzo de 2011

Una blogudez importante

voy a hacer más seguido
esto de escribir lo que tenga ganas y me salga
antes de que L. toque el timbre

porque después de todas las inseguridades
que ayer vomité en este blog
puedo jurar
que tuvimos una noche perfecta
¡perfecta!

Contradicciones

Ayer, almorzando con mi amiga I., me pasó que la reté. Mi amiga I. está pasando por una situación especial con su novio, pero no vamos a ahondar en eso. La cuestión es que mi amiga I. me dijo algo así como: "Ya no la estoy pasando tan mal, porque me di cuenta de que él también la está pasando mal". Entones yo la reté. Y estuve bien, ¿no? Porque ¿cómo te va a satisfacer que el otro la esté pasando mal? ¿cómo te vas a alegrar con el sufrimiento de la persona que amás?

Y me quedé pensando sobre el tema. Y me di cuenta de que yo -esa amiga correcta que después retó a I.-, me pasé toda la noche del jueves, rogándole a L. que me dijera que la había pasado mal en el tiempo en que estuvimos separados. Lo peor es que no me fue fácil, y casi que le tuve que arrancar un Te extrañé. Porque no, porque no, no pude soportar que me dijera: "Estuve bien", "No fue tan terrible", "No tuve ningún momento de depresión brutal". No pude soportar que ante mi: "¿Y por qué cuándo volví de Gesell me hablaste por MSN?", me respondiera: "Te hablé porque quería terminar todo". No pude. Y todavía no puedo.

Pero ¿cuál es? Si al fin y al cabo, él ahora está acá. Si mientras escribo esta entrada, estoy esperando que me pase a buscar para salir. ¿Cuál es? Si al fin y al cabo, le pueden haber pasado muchas cosas en estos tres meses, pero en definitiva, decidió volver y quedarse conmigo. Ésa es la verdad objetiva. Y no lo estoy diciendo para convencerme a mí misma. Lo estoy diciendo porque, mientras ésa es la verdad objetiva, yo no pude evitar sentir ciertas... cositas. ¿Qué cositas? Como por ejemplo, que está acá porque no pudo o no supo estar solo. Que está acá porque yo quise volver y no pudo o no supo decirme que no. ¿Qué cositas? Inseguridades, sí, inseguridades. Mi gran karma. Y esas inseguridades inconformistas de mierda, viste, porque no es que estoy esperando que pase algo que no pasa, que eso es lo que me haría sentir segura, no. No estoy esperando nada, nada me viene bien. Porque si yo esperara algo, necesitara algo, quisiera algo, y no pasara, bueno, vaya y pase, pero no, pero no. Ése algo es súper incierto y entonces, claro, nunca va a poder cumplir ese objetivo, llegar a esa meta, sencillamente porque no existe. Yo sólo quiero sentirme segura. Ahora, ¿cómo voy a llegar a eso? Quién sabe.

Porque, ¿cuál es? ¿Verlo sufrir me daría seguridad? Verlo sufrir me daría poder, ésa es la posta. Y ojo, porque yo también siento que él se siente poderoso, porque él cree que yo ya estoy pensando en casarme con él y él en "ir probando de nuevo". Y eso lo hace sentir poderoso, yo creo que sí. Aunque si yo le dijera eso él me diría: "¿Vos creés que yo soy capaz de...?". Y creo que en algún punto sí. Y eso también me molesta, ¿sabés? Yo no quiero una relación asimétrica, eso es lo que no quiero. Yo quiero que los dos nos sintamos seguros de lo que el otro siente, que sintamos lo mismo, eso es clave, quiero seguridad, pero no quiero querer verlo sufrir para conseguir esa seguridad. ¿Así que fuiste feliz cuando estabas sin mí? Allá vos, viejo, pero por algo volviste, ¿no? Yo a veces la pasaba bien y a veces la pasaba mal, no te voy a mentir. Pero por algo volví también, y eso tampoco lo voy a desmentir. Tengo muchas ganas de estar con vos, tengo ganas de volver a amarte. Pero no te subas al pony por favor. La puta madre, me acaba de mandar un mensaje, dice que en diez minutos está en mi casa, y yo todavía no me cambié, en cambio estoy acá haciendo catarsis como una boluda, bueno pero por lo menos me sirve para no ir con todo esto encima, lo dejo acá, en mi blog queda, ahora me saqué el orgullo, no quiero poder, no quiero pony, quiero que nos amemos en paz, deséenme suerte, ni lo releo, chau.

sábado, 26 de marzo de 2011

Soy la actual de mi ex

Y eso me causa un poco de gracia.

sábado, 19 de marzo de 2011

Retrospectiva

Al cabo de mi primer semana de clases, de comienzo del ciclo lectivo, de viaje de ida hacia el trajín del año que empezó y va a seguir así hasta noviembre, he decidido mirar hacia atrás desde el hoy y hacer un balance de mi verano.

Qué loco todo, ¿no?

jueves, 3 de marzo de 2011

La soltería...

...es una perfecta función armónica.

El punto máximo, vendría a ser ese momento en el que la pasás bomba saliendo con tus amigas a chonguear, escabiando a full, cuando una noche en la que no pensabas hacer nada, caés en un lugar de X, que no pinta mucho, pero terminás conociendo a un bombonazo que te da bola. En el punto máximo todo parece joya, llueven los hombres, tu cabeza está inmersa en un mar de superficialidad en el que no necesitás pensar, te vivís riendo de esto, de aquello, tirotéas por acá, por allá, "no dejás títere con cabeza", y todo te sale redondo.
El punto mínimo, vendría a ser ese momento en el que leés algo como esto: "Noches en las que desearíamos / que nos pasaran la mano por el lomo, / y en las que súbitamente se comprende / que no hay ternura comparable / a la de acariciar algo que duerme"(*) y te ponés a llorar. En el punto mínimo extrañás el amor, te acordás de lo lindo que era dormirse abrazados y que al otro día te despierten a besos, de lo cursi pero a la vez reconfortante que era escuchar un Te amo en el medio del garche. Como es de esperar, en el punto mínimo la pasás como el orto.
Y el cero, ¿qué vendría a ser el cero de la soltería? Supongo que aquel equilibrio entre fiesta y melancolía. Pero ¿qué sería ese equilibrio? El conformismo de la soltería, se me ocurre. El dejar que la vida te viva a vos, quizás. O el momento en el que volvés a arrancar, ya sea para arriba, ya sea para abajo.

La soltería es una verdadera función armónica, así es.
(O al menos eso concluimos ayer con mi amiga J.)
Yo creo que soy una función armónica del seno, o sea que primero subo y después bajo. Creo que no tengo D, o sea desplazamiento vertical, porque siempre me gustaron las cosas simétricas. Creo que, por lo tanto, tampoco tengo C, o sea desplazamiento horizontal; con lo cual lógicamente mi ángulo de desfazaje es 0. Eso sí: mi conjunto imagen es de -80 a 80; con lo cual A es igual a 80, y mi amplitud es 160. Eso significa que cuando estoy bajón, estoy MUY bajón, y cuando estoy a full, estoy MUY A FULL. Ah, y mi período -esto diagnosticado empíricamente- es (30±5) días; con lo cual, B es (60±5). Así es. Por lo menos me consuela poder definirme. Y ahora concluyo en que soy muy nerd. Otra cosa que concluyo es que en este momento estoy terriblemente inmersa en mi punto mínimo = -80. Y por último: malditas matemáticas.

(*) "Nocturno", Oliverio Girondo.

sábado, 26 de febrero de 2011

Ensayando

últimamente me está llamando mucho la atención el género ensayístico. bah, no sé si un ensayo es lo que yo creo que es un ensayo. me refiero a esos textos en los que se abarca un tema X, se propone algo, se argumenta, se reflexiona, se discute y se elaboran ciertas conclusiones. o no, o queda abierto, eso depende de si el escrito postula una hipótesis o abre un debate o qué se yo, supongo que habrá más variantes.

bueno, la cuestión es que tengo ganas de escribir ensayos sobre muchas cosas. siempre me pasa que de pronto, soy como iluminada -en situaciones tipo el bondi, la ducha, mientras estoy estudiando pero no estudio- por algún pensamiento. es como que me surge un cuestionamiento hacia X cosa, que abre muchas otras preguntas y debates. y los días sucesivos a tal evento, discuto conmigo misma sobre ese tema, no me lo puedo sacar de la cabeza. hasta que llega el día en que más o menos, llego a consolidar cierta idea sobre ese cuestionamiento, que no necesariamente se trata de adherir a alguna postura en particular o algo tan dogmático, quizás es simplemente que ya he contemplado suficientes piezas que intervienen en esa cosa X, como para poder decir algo más o menos interesante al respecto.

y entonces quiero empezar a escribir ensayos para volcar todo eso, ordenadamente en palabras. pero todo se resume a un deseo, y ese deseo no puede ser proyectado. porque tengo las ideas en la cabeza pero soy muy, muy atolondrada, de pronto quiero escribir en una sola oración la propuesta, el desarrollo y las conclusiones, y cuando intento dividirlo queda algo muy largo, y cuando más largo lo haga más trabajo me llevará, no porque sea largo en sí, sino porque supongo que eso implica profundizar y entonces tengo que investigar porque no es cuestión de escribir boludeces, ¿no? y encima siempre abro el word, y no es lo mismo abrir el word que el bloc de notas o incluso el papel real, o sea, cuando uno abre el word la cosa se pone seria.

pero acá estoy, escribiendo acerca de cómo quiero escribir ensayos. me parece que ahora mismo abro word y, por mucho que me presione y me exija, voy a escribir mi primer ensayo, que titularé: "Del rock and roll al rocanrol". podría contarles de qué se trata pero, you know, el asunto es tan grande que podría escribir un ensayo al respecto.

lunes, 21 de febrero de 2011

En una de esas...

Me da vergüenza confesarlo porque es medio careta de mi parte, pero la verdad es que cada vez que me gusta un pibe con el que tengo algo en común, empiezo inevitablemente a resaltar esa parte de mí, que puede llegar a ser un poco él. Sólo lo confieso porque confío en que todas hacemos un poquito eso, de vez en cuando, como quien no quiere la cosa, lo hacemos.

Estuve con un rocanrrolero de aquellos -hermoso, de los postas-, y me calcé las toppers y escuché La Renga a toda hora. Estuve con un K, y los días siguientes me afilé -lo confieso, en el espejo- en las discusiones sobre kirchnerismo y en cómo disputarlo. Me gustó un pibe bien de barrio, y me encontré a mí misma tragándome las eses con más frecuencia. Me gusta un flashero de la vida, y estoy escribiendo bastante surrealismo. Me quiero levantar a un futbolero, y de pronto leo el Olé día por medio. Hablo mucho con un músico, y revivo a la vieja y querida viola. Y así con todos. Lo gracioso es que ahora, que me enamoré terriblemente de Rodrigo de la Serna, estoy pensando en remontar mi vida teatral.

¿Ustedes qué dicen? ¿Me dará bola cuando se entere de que yo también soy actriz?

domingo, 20 de febrero de 2011

Yo te avisé

Era una noche de julio. Recién empezaba a salir con L. Veníamos de un encuentro de formación (sobre los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica). Llegamos a su casa. Me prendí un pucho. Me senté en la cama. Empecé a hablar. Vomité todas mis dudas y mis angustias. Que vamos muy rápido, que tengo miedos, que recién nos conocemos, que me encantás pero esto está mal, que no se supone que debería ser así, que lo que rápido viene rápido se va, que somos muy pendejos, que tengo muchos miedos, que tengo muchas dudas, que aflojemos, que bajemos un cambio, que recién van tres semanas, que tengo miedo, tengo miedo de volver a enamorarme y cagarlo todo.

-¿Quién dice qué es lento y qué es rápido? -muy seguro respondió-. Vayamos aprendiendo en el camino, como dicen los zapatistas -y me mató.

Como si fuera poco, después de un beso agregó:

-Me encanta verte así.

-¿Así cómo?

-Así... Siempre te mostrás dura y fuerte, pero me encanta saber que en el fondo sos así, blandita.

Y justamente así, me enamoró un poco más. Un gran rosquero, un gran discutidor, un romanticón, un habilidoso para desviar la conversación. Y cómo la desvió. Se me fueron los miedos, las angustias, los planteos, las preocupaciones, todo se fue cuando en seguida nos empezamos a besar y a desnudar tiernamente. Muy atrás quedaron los mambos.

Tres semanas llevábamos de "estar saliendo"; yo anticipé la incipiente simbiosis (y él me convenció de que no). Un año y medio de relación; el pelotudo vuelve sobre este temita (y me deja). Loco, ¿dónde quedó el autonomista romanticón que me enamoraba citándome al EZLN? Se había ido. Era un hecho: había que terminar. ¡Pero que después que no diga que yo no le avisé!

Salando las heridas

De vez en cuando, todavía evoco aquella tarde de julio, tan crucial para mi relación con L. La tarde en la que decidimos contarnos nuestras historias pasadas, el momento en que nos mostramos las heridas que nuestro corazón traía consigo, cuando hablamos de los otros para contarnos quiénes éramos nosotros. Capítulo por capítulo, desnudos en su cama. Por cada ilusión un mate, por cada angustia un cigarrillo, por cada dolor un beso. Qué duras esas etapas en las que la frase "No te quedó sueño por vengar y ya no esperás que te jueguen limpio nunca más", era la mayor verdad que podíamos escuchar; y cómo eso, al conocernos, había pasado a ser simple derrotismo.

Fue una tarde crucial, sin dudas. En muchos aspectos, pero ¿para qué?, prefiero recalcar el aspecto lindo. En palabras de la Maga (la verdadera, no esta simple admiradora que se reconoce en ella): "Yo creo que tengo que hacerlo aunque sea fatal (...) Vos me podías contar o no de tus amigas, pero yo tenía que decirte todo. Sabés, es la única manera de hacerlos irse antes de empezar a querer a otro hombre, la única manera de que pasen al otro lado de la puerta y nos dejen a los dos solos en esta pieza". Y así fue cómo, aquella tarde de julio, dejamos a nuestros "exs" del otro lado de la puerta, nos mostramos nuestros corazones rotos pero lo suficientemente maduros como para quedarnos solos en esa pieza. No lo dijimos explícitamente, pero cuando nos mirábamos, nuestros ojos le susurraban al otro: "No entiendo cómo no supieron quererte".

(Pintó TERRIBLEMENTE el bajón.)

La impuntualidad al palo

Soy una persona por de más impuntual. Lo sé, lo admito y lo sufro bastante. Pero poco a poco, voy comprobando que, más que de una cualidad propia, se trata de que el mundo no me permite despojarme de este karma. El mundo, los planetas, el cosmos, las leyes de la física, se alían para que yo sea impuntual, incluso en situaciones donde llegar tarde no es una posibilidad real.

El viernes, por ejemplo, superé severamente mi nivel de impuntualidad. Fue el día en que rendía mi examen de Inglés a las doce y media. También el día en que tenía reunión en mi casa a las seis y media. A eso de las dos de la tarde, ya había terminado de rendir (¡aprobada y todo!), y me estaba yendo a almorzar. Después, lo de siempre, pintó guetor, puerta del colegio, esperar a que salgan los demás, encontrarme con gente, etcéteras. Mi plan era arrancar del colegio con Seba tipo 6 o un cachito antes, como para llegar efectivamente, seis y media a mi casa. (Mis cumpas tampoco se caracterizan por la puntualidad y mi living estaba ordenado, así que nada me exigía tener que llegar mucho tiempo antes.) A las cinco y pico, me llama Santi para preguntarme la dirección exacta de mi casa, y me dice "que ya está yendo para allá". Sé que Santi vive cerca de casa, pero supuse que quizás estaba volviendo de algún otro lado y me llamaba desde el bondi; la cuestión es que no se me ocurrió decirle que yo todavía no estaba en casa, porque suponía que estaba en horario. A las seis lo llamo desesperada a Seba para saber dónde estaba, para que viniera rápido que nos teníamos que ir. Cuando uno se mueve en masas todo se atrasa un poquito, pero aún así a las seis y cuarto ya estábamos a punto de tomarnos el subte D. Vuelve a llamar Santi. "Eh estoy en la puerta de tu casa, ¿me bajás a abrir?", me sorprendió que llegara quince minutos antes de la reunión, y sólo alcancé a decirle  -con total impunidad- que todavía no estaba en mi casa, que estaba yendo para allá, que ya llegaba (en media hora, con suerte). Nos tomamos la D, nos bajamos en 9 de Julio, enfilamos para la combinación, hora pico, mucho calor, mucha humedad, mucha gente, mucho de todo eso que uno odia de la city, esperamos la B, tardó en venir, nos la tomamos. Ni bien arranca el subte, yo anuncio con mucha serenidad: "Nos lo tomamos para el otro lado". Seba me responde, indignadamente sorprendido: "¿Cómo es posible? Es el subte que te tomás todos los santos días hace cuatro años para ir al colegio, ¡¿cómo es posible que te hayas equivocado?!". Yo tampoco dejo de sorprenderme pero en efecto, la estación siguiente fue Florida y no Uruguay. Teniendo en cuenta que tenía a un compañero esperando en la puerta de mi casa, que estaba llegando tarde a la reunión que yo había citado en mi propia casa, y que cuando uno rebota en el subte tiene que sumarle quince minutos más a los veinte que ya hay de Pellegrini a Malabia, sentencié: "Estamos un toque al horno". Me quedé pensando en lo extraño que era que Santi ya estuviera ahí, en que me llamara en un tono recriminatorio, en... y fue ahí cuando lo recordé: la reunión no era seis y media, sino cinco y media. O sea que mientras yo estaba ahí, en la estación Alem del subte B, recagada de calor, y con un nivel de histeria importante, estaba llegando no quince minutos, sino una hora tarde a la reunión que -repito- yo había citado en mi propia casa. La historia termina sencillamente: llegué a la puerta de mi casa a las siete de la tarde, y una caravana de diez compañeros estaban esperándome en la puerta de mi casa, mientras llovía y hacía mucho calor. Sigo sin poder creerlo...

No tenía que presentar la defensa de una tesis de quinientas páginas, y esperar después la evaluación y el resultado de un jurado de universitarios verdugos: tenía que rendir Inglés con Pernbaum. No tuve que esperar una larga fila de cuarenta estudiantes para que me llamaran a rendir el oral: fui la primera en rendir. No tenía otras cosas que hacer, un día agitado y a las corridas: estuve cuatro horas pelotudeando en la puerta del colegio. No tenía que viajar dos horas hasta Don Bosco para ir a la reunión: era en mi propia casa. No tenía que tomarme varios transportes desconocidos: tan sólo el mismo subte que me tomo todos los días. No había sido una larga cadena de mails en la que no había quedado claro cuál era el horario de la reunión: estaba clarito en el evento de Facebook, y lo había propuesto yo.
¿Ven cómo me fui alrrecarajo el viernes llegando una hora y media tarde a mi reunión? Pero no es posible que tamaña pelotudez, haya sido intencional.

sábado, 19 de febrero de 2011

Determinaciones

No son celos, no. No es que me moleste que exista otra. No es que ya no sea para mí, y quizás sí para alguien más. No es que ya no le guste, porque a mí sí me gusto. No es que durante la fiesta lo haya pensado. No es que ella pueda ser linda y quizás más perfecta que yo. No es que haya cumplido su objetivo. No es que él no está como yo creía que estaba. No es que mi propio ego me haya engañado. No es el hecho de que le haya pasado lo que a mí. No es el hecho de que él la haya pegado más. No es el miedo a que se dé cuenta de que yo no soy lo que él creía, que puede haber otras, mejores, y que le hagan sentir lo que sentía conmigo. No es la certeza de que algún día, quizás cercano, él me recordará como un pasaje de su vida y nada más. No es que hoy me haya levantado deprimida y me haya puesto a escribir. No es que lo extrañe o lo desee o no pueda dejar de pensar en él. No es que me siga interesando ese hombre que hoy veo pasar tan lejano y misterioso, tan raro y desconocido.

Es sólo que ese hombre, solía ser mi hombre.

jueves, 17 de febrero de 2011

Remodelando

Descubrí que los blogs son más lindos cuando tienen el fondo claro (ténganlo en cuenta, you blogga!). Así que le di una linda remodelación a mi querida hijita primogénita.



Estas son las fotos del agitado día de laburo:

 (Sí, Adela también estaba. Quizás porque estos días estuvo muy presente en mi cabeza.)



(Sí, se cagaba de risa. Quizás porque uno siempre la recuerda así.)

Y éste es el resultado:


¡Enjoy it!

jueves, 10 de febrero de 2011

Amor de verano

Qué cosa curiosa son los amores de verano, ¿no?
Historias teñidas de playa y sol, de bikinis y calor. Pero fundamentalmente, historias que por definición son efímeras. No sé por qué, quizás porque lo dice la canción de Airbag. El punto es que desde que una conoce a la persona en cuestión, sabe que el (proto)amor se acabará tan pronto como esa tintura se vea avasallada por la de los cuadernos y calculadoras, las responsabilidades y rutinas. Los amores de verano son amores sin potencial, bah. Y no sé, no me parece justo. Debería estar prohibido o algo así, tener la posibilidad de conocer a alguien que te guste, si es que ese alguien vive a 400km de tu casa. Esa no debería ser una posibilidad y ya. Porque desde que supe ese dato (y desde antes también), tuve que necesariamente mentalizarme en que todo se resumiría a una buena cogida y nada más. Y así fue. Pero qué pasa si una vez de vuelta en Villa Crespo, a una le empiezan a surgir esas preguntas de ¿y si no viviéramos a 400 km...?, ¿y si te volviera a ver alguna vez...? Quizás de los quizaces, en ese caso, esa historia efímera podría haber sido algo más. Aunque pensándolo bien, a la distancia el daño más grande que puede hacerme este muchacho es el de no conectarse muy seguido... lástima que cuando se conecta no lo puedo invitar a tomar una birra, sí.
Qué lindo que era este pibe que vivía en esa ciudad cuyo nombre no recuerdo
y cuya ubicación en el mapa desconozco,
qué lindo.

lunes, 7 de febrero de 2011

¡Marche un Rescatinol para mí!

Mi vida es un quilombo. Me olvidé cómo se hacía para estudiar y no pueeeedo, no pueeeedo dejar la fiesta. Tengo serios problemas.

jueves, 3 de febrero de 2011

¡EL PATRÓN!

Evidentemente mi patrón masculino ha cambiado, porque de los pibes con los que estuve en Gesell, el que más me gustó era fucking rubio.

viernes, 21 de enero de 2011

Para todas las groupies de Cristian

perdona si hago de cuenta que no te he perdido, me duele aceptar que ya no estás conmigo y no puedo dejar de pensar sólo en ti. no sé si algún día sabrás que te llevo conmigo, la vida no tiene razón ni sentido y me puedo morir si no estas junto a mi.
tengo tanta sed de ti que me cuesta respirar... o será que en mi delirio, ¡te amo más y más! están lloviendo estrellas en nuestra habitación, mojan de llanto mi corazón. están lloviendo estrellas alrededor de mí, y me preguntan qué fue de ti.
quisiera llevarte muy dentro y, llegado el momento, entrar en el fondo de tus sentimientos y ver si te pasa lo mismo que a mí. si acaso al estar junto a él le dijeras mi nombre, y estando en sus brazos mis besos escondes, recuerdas las noches de amor que de ti.

martes, 18 de enero de 2011

Confesión imprescindible

Hoy me di cuenta de que no puedo seguir contando cosas sobre L. sin dejar en claro algo que siempre me molestó. Hoy recordé qué era lo que ya no podía soportar de L. -que en realidad nunca pude terminar de admitir-, y no puedo creer cómo se me había pasado esto entre tantas entradas que ya lleva este blog. Hoy supe que si nuestra relación no rindió los frutos que esperábamos, fue por la sencilla razón de que nunca pude aceptar que a L. no le gustara la mayonesa. ¿Que no entendía acaso que cuando la Jardinera no llega a ser Rusa resulta anti-estética?
Uff, por fin pude decirlo.

Aprendizaje

Hace un tiempo, empecé a entablar relación con un muchacho. Digamos que nos gustábamos, un poco nada más, como quien no quiere la cosa, hablábamos de estupideces y cuando nos veíamos estábamos. En esas miles de estupideces de las que hablábamos, yo no podía evitar meter bocadillos que evocaban a mi ex, con comentarios tales como: "Mi ex me decía lo mismo", "Eso dejé de hacerlo porque me recuerda a mi ex", etc., etc., etc.

Un buen día, el muchacho este me pregunta, con un dejo de celos pero otro tanto de lástima: "¿Hace cuánto cortaste con tu ex...?". Y yo, cómo explicarte, cortar, bueno, eso es relativo, cortar lo que se dice cortar, o hace cuánto que no estamos, porque eso es diferente, hace cuánto que no me da ni la hora, querrás decir, em, bueno, es complicado, estem, no sé bien, cómo explicarte, cómo explicarte que hace un año y medio.
Desde aquel buen día, el muchacho este dejó de hablarme. Y me perdí de un bombonazo que me trataba bien y besaba como los Dioses. Lo espanté, sin vueltas: lo espanté.

Moraleja: Por mucho que nos importe a nosotras nuestro ex cuando intentamos remontar nuestra vida amorosa, tenemos que tener bien en claro que ¡a ellos no! Y que hablar de aquel imbécil que nos hizo mal, no hace más que espantar al potencial Príncipe Azul.

lunes, 17 de enero de 2011

Glosario

Hace un tiempo, descubrí que mis amigas y yo deberíamos tatuarnos un Glosario en la espalda, con nuestras palabras y expresiones habituales. Cuando me relaciono con otras personas, caigo en la cuenta de que tenemos una forma muy particular de hablar. A los terceros suele gustarles, pero después de haber escuchado la explicación pertinente. Me di cuenta, también, que es muy divertido explicarlas, poner ejemplos, pensar situaciones, etc. Así que inauguro una nueva etiqueta en mi blog, en la que me tomaré el trabajo de exponer los significados y las posibles aplicaciones de nuestro lenguaje.
Arranco con un concepto complicado de comprender pero que cuando empezás a usar, ¡no podés parar!:


"Random" adj. inv. m/f, Literalmente, el Random es el Modo Aleatorio o Shuffle en los reproductores de música. La palabra se usa para expresar esa sensación de sorpresa fruto del salto de, por poner un ejemplo, "Sueño con serpientes" de Silvio Rodríguez, a "El lápiz japonés" de Yerba Brava, si es que uno a seleccionado la opción Reproducir Todo Mi música. Un salto de ese tipo, provoca en uno la sensación de "no tiene nada que ver". Ése es el espíritu que lleva consigo la expresión Random. Así, pueden existir personas random, situaciones random, canciones random, películas random... el término tiene un sinfín de aplicaciones acertadas. También tiene el espíritu de algunas de las acepciones de la simbología "(?)", quizás más universal para el resto de los mortales.

He aquí un ejemplo en el que se puede aplicar perfectamente la expresión "día random".
Domingo a la noche. Te encontrás frente a la computadora, conectada al MSN, con varias ventanas abiertas (una de ellas es la de un ex que te rompió el corazón, del que seguís enamoradísima y con el que volviste a hablar quién sabe por qué; otra es de tu amiga M.). De más está decir que estás más concentrada en la primer ventanilla que en la segunda; con esta última sólo hablás de adónde podrías ir el lunes que se avecina, feriado del 20 de junio. Deciden que van a ir a comprar ropa a Plaza Serrano con su amiga C., su amiga I. y su amiga V. Muy bien. Te vas a dormir.
Lunes a la tarde. Te encontrás con M., I., C., y V. en Plaza Serrano. Pero para tu sorpresa, también están presentes Jose Gilardi y Cami Arcucci, aún así respetás. Dan algunas vueltas por la Plaza, y terminan en Starbucks tomando un café. En eso, se encuentran con Gal, sisi, la prima de Mile. Ella explica muy aceleradamente que no le gustan sus nuevos compañeros de colegio porque son todos muy floggers (por ese entonces todavía lo eran), que lo único que quiere es irse de esa larga fila de rarezas que esperaban poder comprarse un café que baile electro. Ustedes, por lástima o porque la situación misma se dio, proponen irse furtivamente con Gal, pretendiendo que los floggers no lo notaran. Así lo hacen. La acompañan a Gal a la parada del bondi, y mientras caminan ella entra en un kiosko y les compra un Paragüitas de chocolate a cada una "para agradecerles". Se despiden de Gal que se toma algún colectivo que la lleva a su casa. Pasan un tiempo caminando, recorriendo, yendo de acá para allá, Plaza Las Heras, el Alto Palermo, calles, callecitas, avenidas. Llegan así a Corrientes y Gascón, quién sabe cómo. Discuten qué hacer. Jose Gilardi propone que su casa es muy cerca y que podrían ir caminando desde ahí. Todas acceden. Pero cuando llegan al lugar en cuestión, descubrís que Jose Gilardi vive a tres cuadras de tu casa, y que eso no es muy cerca de allá. Te maravilla lo inmensa, lujosa, y posmoderna que es la casa de Jose Gilardi. Cami Arcucci va al baño y vuelve con la noticia de que se indispuso, por lo cual le pide una toallita a Jose Gilardi. Toman jugo de naranja en el monoambiente del octavo piso de aquel monstruoso edificio que, como tantos otros, arruina la estética y el espíritu de tu barrio. Hablan de lo que pueden hablar y de otras cosas también. A nadie parece sorprenderle la situación de estar en la casa de aquella desconocida hablando de banalidades, excepto a vos. Todas se ven superficialmente felices, como si ésa fuera su vida habitual. ¿Cómo llegaste a esa instancia? Sólo el destino lo sabe.
Al cabo de un rato, parten cada una a su casa. (Y ya era de noche.) Llegás a tu casa, te tirás en la cama, mirás al techo, y te decís a vos misma: "Qué día random."

Sorpresa musical

Cuando recién había terminado con L., le tenía miedo a determinados discos. Algunos ejemplos: Señales de Callejeros, Tercer Arco de Los Piojos, Repertorio de Jaime Roos, entre tantos otros que escuchábamos esas tardes entre cigarros, charla y mate. Presa de aquel miedo de no poder volver a escucharlos por un buen tiempo porque me remitieran inevitablemente a L., me figuraba a mí misma llorando desconsoladamente con determinados temas que nos eran significativos. Pero no sucedió. Pude escuchar Más allá, Frente al río, Pacífico, ¡Muévelo!, Difícil, Perdiendo el tiempo, y todas ellas como si estuviera escuchando Manuelita la tortuga.
Anoche me puse a escuchar Vasos Vacíos de Los Cadillacs, y me sorprendió cómo se me movieron ciertas cosas. Y sobre todo me sigue sorprendiendo que no puedo explicarlo, no me remite a ninguna situación ni sensación ni período en partícular. De cualquier forma El Satánico Dr. Cadillac me destrozó.

domingo, 16 de enero de 2011

Quererte

Quererte en charlas interminables, donde hablábamos de nuestras pasiones personales, y reflexionábamos y discutíamos y nos enriquecíamos con la mirada del otro. Quererte en ese sinfín de saberes que te gustaba contarme, como si los estuvieras desplegando en el mostrador y haciendo gala de todas tus lecturas y conocimientos... pero tus ojitos brillaban cuando hablabas de esa forma. Quererte en tardes anecdóticas, evocando experiencias que me hacían conocerte un poquito más. Quererte en noches de angustias, cuando nos mostrábamos nuestras partes rotas, nuestras heridas de guerra, y vertíamos nuestras lágrimas en la confianza del otro, y nos calmábamos, y éramos las llaves que abrían la puerta de aquel otro lado donde todo sabía más rico, quererte de esa forma era para mí quererte mucho más. Quererte cuando me contabas algo nuevo que habías descubierto y te maravillaba, o algún proyecto que te entusiasmaba y rejuvenecía. Quererte cuando me querías, ¡ay! cuando me querías de esa forma de la que nunca me habían querido antes. Qué se yo, a mí me gustaba quererte.

El Amor Eterno

Pensar en mis abuelos es para mí, saber que el amor eterno existe. Entender que ese concepto no se lo llevaron las películas de románticas, o aquel amor frustrado, o el sueño de que exista, o la incapacidad de pensar en el infinito. Si el amor eterno existe no es porque lo haya leído en algún cuentito de hadas, no es porque es más cómodo acostumbrarse a uno solo y no tener que sufrir una ruptura, no es porque existe en mi mente y en mis ganas de que exista, no es porque lo haya sentido yo. Si el amor eterno existe es porque ¡yo una vez lo vi! Se llamaban Adela y Enrique y puedo jurar que se amaron desde el primer día hasta el final, que se amaron de todas las formas habidas y por haber, y que se siguen amando allá, en la eternidad.

"La nieve"

Entre tanta remodelación, tanto revolver en papeles, cajas, bolsas, quilombos viejos, encontré varios cuadernitos en los que escribía mis cositas cuando era pequeña. Me mató este poemita, así que lo comparto. Por la letra y el papel (es una hoja de un block de Barbie que tenía), tendría unos siete u ocho años. No me van a decir que no era toda una poetisa:

Saldremos a ver la nieve
que nos sale eternamente
Poray nos sale el arco iris
si llueve
o truena
Saldremos a ver la nieve
que nos sale por aquí (Estrivillo)
Iremos a ver si todo está bien
en este lugar

sábado, 15 de enero de 2011

Me justifico

En el mes de noviembre, L. y yo todavía estábamos juntos (o al menos fingíamos estarlo). Hace poco, me di cuenta de que sin embargo durante ese mes, logré poner a L. a un costado de mi vida, dejar pasar muchas cosas, vivirlo más libremente, no preguntarme tanto, no exigirme tanto, ¿no exigirle tanto?, no pensarlo tanto, no preocuparme tanto. Me di cuenta porque de todos mis escritos que datan del mes de noviembre, no hay ninguno que hable de L. Cuando comenzó nuestra crisis más fuerte (allá por septiembre), L., la relación, y yo con respecto a L., eran los tópicos más abundantes en mis escritos, era casi lo único sobre lo que escribía. (Ahora reflotar esos textos resulta como un puñal, al releerlos me surge instantáneamente la pregunta de "¿Y yo por qué carajo seguía con este tipo?".) Pero quizás durante el mes de noviembre aprendí a tomármelo de otra forma, a dejar que la cosa madurara mientras a mí me pasaba por el costado y no me doliera tanto; o quizás fue simplemente hacer -a mi forma, como pude, como me salió- un poco lo que él me pedía: "No tengo idea en qué lugar de mi vida quiero ponerte ahora, pero sólo sé que quiero que estés, que me banques, teneme paciencia, etc etc etc"; o quizás hacerlo a un lado fue una forma de protegerme, de dejar de exponerme a todos esos maltratos, desprecios, subestimaciones, discusiones, peleas, gritos, que modestamente creo nunca haber merecido. El punto es que no escribía sobre nosotros, o sobre él, y cuando yo no escribo sobre algo es porque sencillamente no pienso en eso, porque prefiero evitarlo -negarlo, ocultarlo, invisibilizarlo, lo que sea: pero evitarlo al fin-. Me sorprendió este descubrimiento, y hasta sentí pena por nosotros.

Y si ahora escribo mucho sobre L. -porque reconozco que lo hago-, no tiene que ver justamente con todo lo contrario, para mí escribir ahora sobre L. no tiene que ver con que no puedo dejar de pensar en él, o con que tengo muchas angustias que necesito canalizar, o con que sólo me salen cartas que le daría si lo tuviera cerca. Si ahora escribo mucho sobre L. es porque creo que es el momento de decir, de una vez y para siempre, todo lo que tenga para decir. Es una forma de sacar pajuera todo lo que esté viviendo en mi interior y que no quiero que me consuma por dentro, ¡que las palabras queden de mi boca para allá!, se las vomito al papel como si las estuviera sacando a la calle en una bolsa de consorcio. En estos días, en este tiempo, puedo darme el lujo de escribir sobre L. sin culpas, suponiendo que en estos días, en este tiempo, diré todo lo que tenga para decir y después ya no diré nada. Si L. volviera a aparecer en mis escritos dentro de un tiempo, será sólo por el filtro inconsciente de mis sesos, que no dejarán de hospedar nunca a "aquellas pequeñas cosas" que vinieron para quedarse. Pero ya no aparecerán su nombre y su apellido, su apodo, ni siquiera su inicial, en todo caso aparecerán las cosas de L. y nuestro pasado que indefectiblemente se quedan conmigo, sin que se me permita el derecho a réplica.

viernes, 14 de enero de 2011

Historieta

En esta anécdota no puedo haber tenido más de tres o quizás cuatro años.

Jugábamos con mi hermana K. "al restorán", sentadas en una mesita en el medio de la cocina. Mamá era la moza, creo. Yo pedí un plato de ravioles, creo.

Y entonces a la moza se le ocurrió preguntar qué hacíamos de nuestras vidas las clientas entonces presentes.
- Yo soy modelo -soñó K.
- ¿Y usted, señora? -inquirió Mamá dirigiéndose a mí.
- Yo soy Historieta -aseguré-, como mi mamá.
Seguramente se rieron de ternura, pero yo sentí que se burlaban.
- Historieta no, Pauli -tuvieron que explicarme-: Historiadora.

Pero a mí no me gustaba que me dijeran que estaba equivocada (¿"gustaba", dije?), así que creo que me fui enchinchada porque ellas no podían comprender que yo sólo quería ser como mi mamá. Ah, y poder jugar en paz "al restorán".

jueves, 13 de enero de 2011

Ignorantes

Entre L. y yo había cosas que no se podían hacer. Reconocer la propia ignorancia, por ejemplo. Había que andar combatiéndose, era ley. Yo no podía decir nada que delatara que tengo tres años menos, y él no podía decir nada que no reafirmara que tiene tres años más. Por momentos nuestras charlas se tornaban una tediosa lucha de orgullos y soberbias. ¿Qué queríamos demostrarle y a quién? No lo sé.

Desde que no estoy más con L., mi frase de cabecera es No lo sé.

miércoles, 12 de enero de 2011

Límites

De cuando L. y yo estábamos juntos, hay algo que no deja de parecerme curiosamente gracioso.

Nuestra relación aceleró los tiempos de una forma gigantemente agigantada, al punto de que nos creíamos un matrimonio adolescente viviendo en casas separadas (o alguna otra contradicción similar), y al punto de que la misma palabra "tiempo" se había convertido en un gran misterio indescifrable. De la misma forma en que el tiempo avanzó por nosotros, también nos entusiasmamos por compartir todo y por lograr la máxima confianza en muy poco tiempo. Quiero decir que nosotros morimos de una simbiositis aguda (y cuando digo aguda quiero decir que era grave). Y en ese mar que fundía lo suyo y lo mío en un gran lo nuestro, todo era válido y no nos privábamos de nada. O de casi nada.

Lo curiosamente gracioso es que había un límite muy claro: la caca. Ah, sí... porque yo podía estar meando en el inodoro mientras que a mí lado L. meaba en el bidet, y éramos capaces de leer el mismo libro al mismo tiempo, y cuando dormíamos separados L. me llamaba al levantarse para que yo no me quedara dormida, y llorábamos si yo tenía una fiesta y L. no estaba invitado, y cuando cocinábamos L. se encargaba por ejemplo de las milanesas y yo de la ensalada o viceversa y sentíamos que habíamos cocinado todo los dos, y si yo tenía que estudiar L. me cebaba mate y miraba el techo como si él también tuviera que estudiar, y así tantas otras cosas. Pero jamás se nos ocurrió cruzar el límite de la caca. Cuando L. decía: "Me voy a cagar", tomaba un libro y desaparecía por unos veinte minutos, en ese instante, efímero pero preciso, nuestros cuerpos volvían a ser dos y nos curábamos de la simbiositis por un rato.

Sólo una vez, y lo recuerdo perfectamente como si se tratara de hoy, estaba yo en su casa y L. no había aclarado adónde se iba después de cruzar la puerta de la habitación. Quién sabe en qué cosas estaría pensando yo que me distraje tanto, que me dirigí al pasillo, que doblé hacia el living, que me detuve en la puerta del baño, y que la abrí sin golpear. Me encontré con L. sentado en el inodoro, con el diario frente a sus ojos, abierto de par en par. Alzó la vista y puedo jurar que nunca antes había visto sus ojos así. Era una mezcla de impotencia y decepción: era la mismísima expresión del desengaño. Mi cara permaneció inmóvil, mis manos perplejas sólo alcanzaron a cerrar la puerta con toda la fuerza que tuve, y salí corriendo a encerrarme en su habitación. Los días siguientes a este episodio fueron duros, éramos como (y a la vez lo éramos) una pareja que trataba de reestablecer su vínculo luego de una traición imperdonable pero que igualmente perdonaba. Al lector podrá parecerle ridículo, desconozco si en otras relaciones está permitido o no cruzar este límite. Pero dese una idea, señor lector, de lo severo y tajante que significaba para L. y para mí, el límite de la caca.


¡Ay, L. querido! Si hubiéramos tomado tantas otras cosas como tomábamos el acto de cagar, si las hubiéramos respetado así, si las hubiéramos comprendido así, si hubiéramos sido tan sabios como lo fuimos con este único e irrepetible límite, probablemente entonces, no habríamos sido los mismos.

martes, 11 de enero de 2011

Ahora bien

O bien:

"Todo tiempo pasado fue mejor"

O bien:

"Ya vendrán tiempos mejores"

Ahora bien,

¿Qué hay del AHORA BIEN?

¡¿ ?!

Creo que una de las cosas que hicieron que mi relación con L. dejara de funcionar, fueron mis muchas preguntas y sus pocas respuestas.

¿O vos no creés? ¿Vos creés que fue una de las razones? Quizás no, pero igual, ¿vos creés que yo me pregunto demasiadas cosas? ¿Te parece que la gente cree eso? ¿O te parece que eso es sólo lo que yo creo? En una de esas no es tan así... ¿O NO? Perdón, no me gustó cómo te dije eso aquella vez. ¿A vos te molestó? No sé, ¿qué pensás vos de mí? Ah, y ¿qué es lo que más te gusta de mí? ¿Cómo me ves vos? ¿Y antes? ¿Y cambié? ¿Vos creés que estamos mejor? A vos no te gusta mucho responder, ¿no? Bueno pero, ¿todavía me querés?

Como de costumbre -aunque esta vez era aún más obvio-, L. no respondió.

Algo peor, algo mejor

La última vez que vi a L. le pregunté esas cosas que me surgen a mí y para las que el mundo no tiene mucha respuesta.

Me respondió que no, que no se había olvidado de mí y que no estaba tratando de arrancarme de su vida.

Lo cual es peor. Porque cuando vuelva y me diga que no me quiere más, voy a saber que no habrá hecho falta esfuerzo, que el dejar de pensarme habrá sido un movimiento casi natural de su alma.

¡Y una acá rompiéndose el orto, loco!

Lo bueno de ser una ex

Lo bueno de ser una ex, es que ya no tengo que preocuparme por soñar lo que tengo. Quiero decir que ya no tengo que decir "Me encantan los hombres que..." y describir a mi hombre, convenciéndome de que me encanta. Lo bueno de ser una ex, es que puedo soñar lo que se me dé la gana, y puedo tener la esperanza de que mi sueño exista en algún recóndito lugar del mundo que tendré que buscar y encontrar. Lo bueno de ser ex es eso, que como no tengo nada real puedo tener ganas de querer lo que se me dé realmente la gana.

Cuando no era ex sino actual, creía todo lo contrario. Creía que justamente lo bueno de ser actual era que mis sueños estaban justo frente a mis ojos, y que eran reales.

PERO BUENO UNA VIVE LLENO DE CONTRADICCIONES, ¿¡NO!?
¡¡QUÉ JODER!!

El sol sale por el Este y se oculta por el Oeste

Hace siete años ya que vivo en esta habitación. Nunca me mudé de casa ni de barrio, pero el emanciparme de mi hermana y tener una habitación propia fue para mí toda una mudanza.
Hace siete años también, que duermo con la persiana alta. Porque siempre me gustó la idea de despertarme con el Sol en la cara, cuando entra por la ventana. ¿Para qué bajar la persiana y privarme de esa maravillosa entrada matutina del Sol?

PERO

Hace relativamente poco tiempo, me di cuenta de que mi habitación da al Oeste, y que por lo tanto el Sol nunca iba a pegar en mi ventanta por la mañana -no así por la tarde-. Me frustró darme cuenta -después de siete años- de que había estado viviendo una gran mentira. Pero por lo menos me sirve como regla memotécnica, para saber que el Sol sale por el Este y se oculta por el Oeste, antes siempre me confundía.
Quizás es por este tema de la persiana y la habitación en el Oeste que me cuesta tanto madrugar. Tranqui igual, a eso de las cuatro / cinco de la tarde el Sol empieza a picar y ya me levanto.

Vade retro

Ayer mi amiga I. me mandó un mensaje que, entre otras cosas, decía: "Vade retro, linda".

Tuve que preguntarle a Wikipedia qué significaba, pero ahora que lo sé, lo adopto como lema de vida para este momento.

lunes, 10 de enero de 2011

el Hijo

Hay días en que fumo mucho, sí. Los días en que no me baño, no me depilo y no uso corpiño, coinciden con los días en que fumo mucho. Para mi fortuna, a la vuelta de mi casa hay un pequeño almacén ("lo de la Polaca") cuyos dueños -puedo asegurarlo- no duermen, velan todo el santo día porque el local permanezca abierto. Es muy práctico para mí que así sea. A veces la Polaca no está, y atiende su hijo. Creo que este Hijo es la persona que más desastroza me ha visto sobre la faz de la tierra. Y es que tiene que ver con lo que decía más arriba.

En la última semana, por ejemplo, pasé tres días sin bañarme. Sí. Tres días enteros. Y sin hacer otra cosa más que leer, escribir, tomar mate y dormir (ah, y ser feliz con eso). No salí a la calle más que para comprarle puchos a la Polaca (y a su Hijo). (Esta práctica la heredo de L., puedo jurar que antes de que él llegara a mi vida yo no hacía este tipo de cosas.) Durante esos tres días, el Hijo vio mi evolución, fue testigo de cómo poco a poco iba convirtiéndome en un monstruo. El primer día no estuvo tan mal; me había bañado el día anterior y la única herejía muy grave que cometí fue la de ponerme un short sin estar depilada, pero además de eso tenía puesta una remera blanca que me queda muy bien. El segundo día tampoco fue gran cosa; no me importó mucho estar sucia (sólo tomé la precaución de correrme el flequillo con una hebilla para que no se notara demasiado su grasitud), las dos herejías que cometí fueron esta vez la de ponerme un short -el mismo- sin estar depilada y la de no usar mis lentes de contacto y salir con anteojos. El tercer día ya fue más traumático, porque quise ocultar mi mugre y mi depresión; ésta vez las herejías fueron varias: me puse un pantalón largo para disimular mis pelos (pero eso hacía que me transpirara mucho la cara) y una musculosa que no combinaba (sin corpiño y sin depilarme las axilas), con respecto al pelo me puse una vincha que abarcara todo mi cuero cabelludo (porque incluso sin flequillo la grasitud chorreaba desde donde la miraras) y, lo cual es muy gracioso, opté por la no opción: ni anteojos ni lentes de contacto, salí al mundo completamente miope.
Así me presenté día tras día frente al Hijo. Y aunque nos hicimos amigos (ya nos tirábamos chistes y esas cosas), ni la más fresca sonrisa ni la más intensa mirada podían contrarrestar todo ese gran desastre que era yo.

Hoy quise redimirme porque ya me daba demasiada pena que el Hijo tuviera que ver semejante barrabasada. (Aclaro que el Hijo no me interesa como hombre en cuestión, en realidad no era tanto para cambiar su mirada, sino la mía.) Me bañé, me depilé, me empilché, me perfumé, me amigué con el corpiño, me peiné como corresponde, agarré una cartera de llaves y plata, y salí así a comprarle puchos al Hijo. Toda acicalada, toda tuneada, toda segura, toda linda.
El muy Hijo de puta no me reconoció.

Colgué

Hace poco escuché decir a no se quién algo así como: "Siempre me volvieron loca los morochos pero me terminé enamorando del rubio más lindo del mundo". Me sentí muy identificada, hasta que recordé que hace un mes ya que L. desapareció de mi vida.

Tomemos unos mates...

De cuando L. preparaba mates todavía recuerdo la paciencia y el empeño que le ponía a la cosa. Llenaba la pava (eso al principio, porque al final Mamucha había comprado una pava eléctrica y las cosas en la casa de L. habían cambiado, vio), llenaba la pava en la canilla de la pileta (en la casa de L. las canillas eran de esas que largan el agua muy top, con burbujitas que te mojan suavemente las manos, además de que había esa cosa que nunca entendí bien de qué se trata pero que le llaman "purificador de agua"), llenaba la pava y la ponía en el fuego (en la casa de L. la hornalla no se encendía con fósforo, sino con ese botoncito que está en la cocina y saca chispa, ése que en mi casa también hay y en otras casas también pero nunca antes había visto una cocina en la que funcionara, en la casa de L. funcionaban todas esas cosas que en otras casas no). Ponía la pava en el fuego y mientras esperaba a que se calentara, vaciaba el mate viejo en el tacho (en la casa de L. el tacho era de dibujitos animados, no era de esos de plástico de Colombraro, no, sino de metal y alto, como uno que había en un rompecabezas que yo tenía de Looney Toones), vaciaba el mate viejo hasta que no quedara ni un palillo de yerba, nada, parecía como si lo hubiera lavado. Y entonces sacaba de la alacena el tarro de yerba (en la casa de L. el tarro de yerba tenía -muy inteligente el que lo pensó- un pico a modo de embudo cosa que la yerba no se desparramara por la mesada). Y así era como vertía la yerba en el mate: sin que se le fuera ni un poco de polvillo para afuera. Y entonces venía la hora del agite, se acercaba a la pileta de la cocina, tapaba el mate con su enorme mano y lo sostenía desde abajo con la otra, se encogía un poco quién sabe por qué y, mirándome, lo agitaba dos o tres veces "para sacarle el polvillo"; después de eso, miraba la mano que antes estaba en la boca del mate (siempre hacía algún comentario sobre si esa yerba tenía mucho o poco polvillo) y con la otra se limpiaba tirando los restos en la pileta (aunque puedo asegurar que era casi una caricia que se hacía a él mismo). Para ese entonces el agua ya estaba o estaba por estar (en el último caso se entretenía dándome algún que otro beso). Cuando la pava le comunicaba que el agua ya estaba (la pava de la casa de L. era para mí indescifrable, nunca pude mantener un buen díalogo con ella, siempre el agua se me pasaba o la sacaba antes, claro que después vino la eléctrica y fue otra cosa), apagaba el fuego, tomaba -sí, juro que lo hacía- la manopla de cocinero, y llenaba el termo, nuevamente con una delicadeza que hacía que ni una gota de agua cayera afuera. Cerraba el termo, tomaba el mate lleno de yerba, lo inclinaba hacia adentro hasta que se formaba un huequito por donde tirar el agua, y entonces cebaba un chorrito nomás, abría el primer cajón (en la casa de L. los cajones se abrían muy rápido, con un pequeño impulso ya aparecía abierto de par en par), buscaba la bombilla -SU bombilla- y la clavaba en ese huequito de yerba húmeda. Entonces terminaba de cebar el primer mate. Lo probaba con mucha atención y siempre mirando para abajo. Ya en su cara uno podía percibir si estaba conforme o no con su creación. Dependiendo de esto último, movía un poco la bombilla, hacia adentro y hacia afuera, hacia arriba y hacia abajo, nunca supe muy bien para qué. Como si el mate fuera a secarse o algo así, instantáneamente cebaba el segundo, que también tomaba él mirando detenidamente la yerba. Recién entonces cebaba el tercero y, alzando la vista, me lo convidaba a mí. Y así terminaba el espectáculo que yo había estado observando con ojos abiertos y maravillada.

Pero de cuando L. preparaba mates también recuerdo sus críticas hacia mi forma de preparar mates. (Porque las cosas en la casa de L. eran de una forma, y en mi casa son de otra.) Que el mate no se enjuaga después de vaciarlo, que la Taragüí viene con mucho polvillo, que las bombillas rectas no funcionan bien, que los mates con boca angosta se lavan muy rápidamente, que los termos de plástico se rompen muy fácilmente, que no hay que mojar de una sola vez y para siempre toda la yerba, que que que... No lo culpo, L. era un aficionado. Pero ahora me encuentro tomando mi mate de boca angosta, cebando con un termo de plástico, chupando mi bombilla recta, y siendo feliz con eso.
L., tus mates eran muy ricos, pero ¿sabés qué? ¡Metételos en el orto!

domingo, 9 de enero de 2011

Perdoname

Suelo volver sobre lecturas pasadas. No me gusta conformarme con un "Eso ya lo leí", porque creo que si vuelvo a leerlo las palabras se renuevan y las resignifico. Y suele funcionarme.

Sin embargo, hay autores y textos que no dejan de parecerme sencillamente insufribles, por mucho que vuelva sobre esas lecturas, y a pesar de que pase el tiempo y pasen los años.

Perdoname, Jorge Luis, pero todavía no entiendo un pedo de lo que carajo sea que estés hablando.

Rayuela

No sé exactamente, hasta qué punto, con cuánta firmeza, qué tan voluntariamente, cuán cierto era eso que decías de que te habías enamorado de la Maga leyéndola. No sé qué significaba para vos, por qué te habías enamorado, qué veías en ella, en qué consistía tu amor. Pero el hecho es que cuando me conociste me dijiste: "Encontré a mi Maga", y constantemente hacíamos alusiones a esa comparación que de vos había nacido.

Lo que sí sé es que nosotros, todos los que hayamos devorado esa explosión de páginas escritas, no conocemos a la Maga como tal. Conocemos la construcción de esa muchacha que tiene un hombre enamorado de ella. Y quizás de eso te enamoraste, de sentir a una mujer de esa forma. Y quizás por ahí pasaba la comparación, por sentirte enamorado de mí.

Otra cosa que sé es que te fuiste. Como en el capítulo 20 te fuiste. Y como en el 21 me extrañás. Y como en el 35 me criticás. Y como en el 36 te planteás ir a buscar tu kibbutz, si es que tal cosa existe.

Pero de lo que más estoy segura, es de que todas las demás van a ser Talita para vos: no vas a poder amarlas sin estar amándome a mí. Del lado de acá, Del lado de allá, conmigo o sin mí, en cualquier vertiginosa Rayuela que cruces, me vas a estar amando.

"Tranqui, mi amor"

Puedo jurar que cuando L. me decía "Tranqui, mi amor", aquel acertijo maligno que el tribunal de las culpas, las sobreexigencias y las presiones me estaba retando a descifrar, se volvía a esa altura un juego de chicos.

Preguntas frecuentes

En estos días habré leído unos mil o mil quinientos poemas de amor, entre libros y blogs y otras cosas. Habré tomado el triple de mates que de costumbre, ya sea en compañía y más que nada en soledad. Habré fumado... uff, ni quiero pensar cuánto. Volví entusiasmada sobre el tango, con nostalgia probé la murga, y me mantuve también en el rocanrol. Viajé por Wikipedia, por Yahoo Respuestas, por Facebook, me convertí en una Blogger y hasta visité mi Perfil del MSN. Me reencontré con viejos amigos y también me intensifiqué con los de siempre. Probé con ir a la ginecóloga y a la peluquería por si acaso...

Pero no, no hay caso. Busqué por todos lados pero todavía nada ni nadie pudo responderme a mi falta de preguntas.

Paradoja

Tengo que recordar
cómo se hacía para olvidar.