martes, 27 de diciembre de 2011

Ahora sí

Siendo las 4 de la mañana y estando yo acá en la computadora, puedo decir que estoy oficialmente de vacaciones.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Calienta pijas

El otro día discutía con L. (*) si yo era o no calienta pijas. Yo aseguraba que sí, pero él me decía que el término alude a "la que calienta la pava pero no ceba el mate" y que por lo tanto no se aplicaba. Yo seguía asegurando que sí. El sábado a la noche empecé a esbozar una teoría sobre la cuestión.

Yo soy cero histérica, cero. Me gustás y te gusto, vamos a la cama. Así, sin vueltas. Sin rodeos. Sin obstáculos innecesarios. Y el hecho de no ser histérica, podría hacerme pensar que no soy calienta pijas. Pero no me conformo con eso.

El sábado a la noche me di cuenta de que disfruto mucho de calentarles la pava (sí, y no cebar el mate), a aquellos hombres a los que, ¿humildemente?, sé que les encanto. A aquel muchacho que describió la noche que pasó conmigo como "el mejor garche de su vida", no puedo evitar querer ir a bailarle y después correrle la boca. Es algo que va más allá de mí, y que me hace sentir tan placenteramente hija de puta. Con el otro que me busca y me busca desde segundo año pero que por lento o por tonto sólo estuvimos una vez, me pasa que me encanta piropearlo durante el día y esquivarlo durante la noche. Seré una persona muy mala en el fondo, puede ser.

Igualmente, a mi teoría le falta ir más al fondo de la cuestión. Leo el párrafo anterior y pienso que soy una egocéntrica de mierda: no sólo asumo que existen hombres a los que les encanto sino que además me aprovecho de eso para dejarlos con la chele. Calienta pijas de las jodidas. Pero pienso en mí conociéndome, y me pregunto si no será que lo tomo como un "refugio de seguridad", como una forma de lucirme donde sé que gusto y poder sentirme bien conmigo misma. Y eso me lleva a preguntarme por qué siempre necesito encontrar en los demás, la seguridad sobre mí misma.

Ok, ya sé de qué voy a hablar en mi próxima sesión de terapia.

(*) Estuve a punto de escribir "con mi novio", pero me adelanté al fallido; casi atino a "mi ex" pero me pareció que iba a quedar como un dato curioso en la anécdota; pensé en "mi ex/actual" pero me pareció muy pete. Así que de nuevo opté por llamarlo L.: este blog sabe mejor que nadie quién es L.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El mal humor

Es como un interruptor que tengo en alguna parte de mi cuerpo y que alguien -o yo misma- aprieta sin saberlo. A partir de ahí se activa drásticamente mi estado de mal humor. Y cada palabra que entra por mis oídos me duele, me aturde, me lastima. No puedo volver a abrir la boca porque nada lindo saldría, y en cambio cagaría a puteadas a todo el mundo.

Las razones que hacen que ese interruptor se active son muy variadas. A veces, que tengo ganas de hacer algo imposible; salir con alguien que en ese momento no puede salir, por ejemplo. También cosas insólitas, por ejemplo, que sea muy tarde pero no tener ganas de dormirme. Algunas cosas más complejas, como que me dijeron algo que no quise escuchar. O tener que cumplir con responsabilidades que en ese momento no quiero; por ejemplo a veces me pone de mal humor tener reuniones los domingos. Una cosa que me pone particularmente de mal humor es no poder transmitirle al otro lo que me pasa, sentir que no me entiende o que no me sé expresar. Tener mucho sueño también me pone de mal humor.

Hay pocas cosas en la vida que me sacan del mal humor. Una cena con amigas, por ejemplo. Preparar mate, por ejemplo. Un mensajito de L., por ejemplo. Escuchar algún buen tema, por ejemplo. Un halago o cumplido hacia mi persona, por qué no. Un buen Solitario Spider que gane como una campeona, sí señor. Ahora que me doy cuenta, existen más cosas en la vida que me sacan del mal humor que las que yo pensaba. Ahora sí, si no van a hacer nada para sacarme, prefiero que me dejen sola conmigo misma.

A veces para salir del mal humor, duermo. Duermo eternamente. El problema es que no hay nada que me ponga de peor humor que quedarme dormida o levantarme muy tarde.
Uhm.
Igual creo que escribir esta entrada me sirvió.