lunes, 21 de noviembre de 2011

Sentir o pensar, esa es la cuestión

El problema es que me dice todo lo que quiero escuchar.

Tener de pronto a tu ex llorando, mirándote a los ojos y diciéndote "No puedo permitirme perderte", no es cosa de todos los días. Sentir que le encantás, que está contento porque vos hayas accedido a cenar con él, escuchar que sos hermosa y que no hay otra como vos. Que te cuente todo lo que te extraña y las ganas que tiene de estar con vos, sentirlo seguro en su decisión. Pensar, dos días después "No tiene por qué mandarme un mensaje, pero me gustaría que me lo mandara", ver el celular y encontrarte con un mensaje que decía "Me gustaría verte". Contarle que tenés un plan para la noche que es inviable para que se vean, que te responda que "puede hacer un esfuerzo". Que te llame y que te diga que quiere verte y que no le importa adónde te tiene que ir a buscar y si tiene que ir solo a buscarte. Contarle que estás indispuesta y que es sábado a la noche. Que te responda "Eso no me cambia nada, yo quiero estar con vos. Así que, a menos que no quieras, te llamo cuando esté para arrancar y te paso a buscar". Seguir tu noche y terminar fisurando en la fiesta a la que fuiste, y que en el momento justo y preciso te suene el teléfono y que sea él diciéndote "Estoy en la puerta, ¿venís?". Salir y que te vea en ese estado, que te acompañe y te cuide, que te sostenga el pelo mientras vomitás como una pelotuda. Que te pregunte "¿Te llevo a tu casa?", que le digas que no, "¿Te llevo a mi casa?", que le digas que sí. Llegar a su casa y que te prepare agua con limón, que te desvista y te mime, que te acaricie la espalda hasta el temblor.

No es cosa de todos los días. Es increíble.

Pero será que estoy sufriendo por adelantado, que no me estoy dejando entregar "por las dudas", que me angustio por pensar en cuando se acabe y deje de hacer estas cosas por mí. Será que me abruma tanta felicidad, que me siento desbordada porque no puede ser, porque algo tiene que salir mal.

¿O será que aprecio todo y lo aprecio mucho, pero no me pasa nada...?

Entonces, el problema no es que me digas todo lo que cualquiera quisiera escuchar. El problema es que nada de eso me va a venir bien hasta tanto yo no sepa qué es lo que quiero yo.