lunes, 3 de octubre de 2011

Quizás no era el mejor momento de mi vida para ver este capítulo


Anoche me puse a llorar con la novela de Francella.

Todo el capítulo estaba atravesado por la idea de que hay que cerrar el pasado para abrirle paso al futuro.
La chica que iba a la agencia era Julieta, una mina que se había quedado en los '80, aparentemente por su ropa y por la música que bailaba, pero era porque nunca había podido superar al amor de su adolescencia. No paraba de nombrar al tal Darío, las cosas que hacían juntos, cómo se divertían, cómo lo extrañaba, a pesar de estar saliendo por primera vez con otro hombre y a pesar incluso (contaba ella) de haber estado casada durante ocho años con alguien. Darío seguía ahí, en su vida y en su corazón. Julieta le cuenta a Francella que terminaron cuando ambos cumplieron 20 años y que se prometieron que cuando cumplieran 40 se iban a reencontrar en su bar de siempre y que si estaban solos iban a compartir el resto de sus vidas. También le cuenta que ella efectivamente fue y él ni se apareció. Sale del boliche mamadísima y termina con Francella en la casa de Darío, que ya no era suya sino de su ex, que le dice a Julieta: "Así que vos sos Julieta... ¡y por tu culpa Darío nunca pudo quererme a mí! Tuve que acostumbrarme a vivir con tu fantasma, ¡hija de puta!". Entonces Julieta emprende la búsqueda de Darío, convencida de que a él le había pasado lo que a ella, de que él seguía extrañándola y deseándola con la misma vivacidad e intensidad que a los 20 años.
Francella encuentra al famoso Darío, que resultó ser un plomero gordo y pelado. Y resultó ser que sí se había presentado el día de sus 40, pero resulto ser que Julieta no lo había reconocido, "y ella estaba más linda que antes, la guacha". En el monólogo de Darío mis ojos se convirtieron en cataratas. "Cosa de pibes", decía, "Pensamos que nos iba a ser fácil encontrar otro amor, si nos pasó todo eso con el primero imaginate que todo lo que venía después iba a ser mucho mejor, ¿no? Cosa de pibes... Dijimos, así como canchereándola, bueno, cortémosla, veamos otras gentes..." Y más y más cataratas.
La historia termina simple y fácil. Efectivamente se reencuentran, se miran a los ojos, se besan, y viven felices para siempre.

Anoche me puse a llorar con la novela de Francella.

Y seguí llorando cuando terminó y también después, y hasta me acosté llorando.

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