lunes, 10 de enero de 2011

el Hijo

Hay días en que fumo mucho, sí. Los días en que no me baño, no me depilo y no uso corpiño, coinciden con los días en que fumo mucho. Para mi fortuna, a la vuelta de mi casa hay un pequeño almacén ("lo de la Polaca") cuyos dueños -puedo asegurarlo- no duermen, velan todo el santo día porque el local permanezca abierto. Es muy práctico para mí que así sea. A veces la Polaca no está, y atiende su hijo. Creo que este Hijo es la persona que más desastroza me ha visto sobre la faz de la tierra. Y es que tiene que ver con lo que decía más arriba.

En la última semana, por ejemplo, pasé tres días sin bañarme. Sí. Tres días enteros. Y sin hacer otra cosa más que leer, escribir, tomar mate y dormir (ah, y ser feliz con eso). No salí a la calle más que para comprarle puchos a la Polaca (y a su Hijo). (Esta práctica la heredo de L., puedo jurar que antes de que él llegara a mi vida yo no hacía este tipo de cosas.) Durante esos tres días, el Hijo vio mi evolución, fue testigo de cómo poco a poco iba convirtiéndome en un monstruo. El primer día no estuvo tan mal; me había bañado el día anterior y la única herejía muy grave que cometí fue la de ponerme un short sin estar depilada, pero además de eso tenía puesta una remera blanca que me queda muy bien. El segundo día tampoco fue gran cosa; no me importó mucho estar sucia (sólo tomé la precaución de correrme el flequillo con una hebilla para que no se notara demasiado su grasitud), las dos herejías que cometí fueron esta vez la de ponerme un short -el mismo- sin estar depilada y la de no usar mis lentes de contacto y salir con anteojos. El tercer día ya fue más traumático, porque quise ocultar mi mugre y mi depresión; ésta vez las herejías fueron varias: me puse un pantalón largo para disimular mis pelos (pero eso hacía que me transpirara mucho la cara) y una musculosa que no combinaba (sin corpiño y sin depilarme las axilas), con respecto al pelo me puse una vincha que abarcara todo mi cuero cabelludo (porque incluso sin flequillo la grasitud chorreaba desde donde la miraras) y, lo cual es muy gracioso, opté por la no opción: ni anteojos ni lentes de contacto, salí al mundo completamente miope.
Así me presenté día tras día frente al Hijo. Y aunque nos hicimos amigos (ya nos tirábamos chistes y esas cosas), ni la más fresca sonrisa ni la más intensa mirada podían contrarrestar todo ese gran desastre que era yo.

Hoy quise redimirme porque ya me daba demasiada pena que el Hijo tuviera que ver semejante barrabasada. (Aclaro que el Hijo no me interesa como hombre en cuestión, en realidad no era tanto para cambiar su mirada, sino la mía.) Me bañé, me depilé, me empilché, me perfumé, me amigué con el corpiño, me peiné como corresponde, agarré una cartera de llaves y plata, y salí así a comprarle puchos al Hijo. Toda acicalada, toda tuneada, toda segura, toda linda.
El muy Hijo de puta no me reconoció.

2 comentarios:

Acicalada dijo...

"... toda acicalada..." eh!!!
Me encanta eso de SimonaLaGata que tenemos todas.

Maga dijo...

jaja todas podemos acicalarnos... ahora, VOS sos la Srta. Acicalada y nadie te saca el puesto!