Cuando estoy sentada mucho tiempo frente a la computadora, se me duerme el culo.
Sí, el culo señores.
Sin ánimos de escribir grandes cosas, más bien con ánimos de escribir esas pequeñas cosas
miércoles, 11 de enero de 2012
viernes, 6 de enero de 2012
El Norte
Hace un par de meses, cuando todavía estaba sin L. y muy entusiasmada con mi viaje al norte, escribí este texto. Me acuerdo que estaba estudiando Matemática y entre tantas Derivadas que invadían mi cabeza y mi cuaderno apareció, como signo de resistencia, este escrito.
Es curioso que lo esté subiendo recién hoy. Me encuentro ahora con L. (lejitos, pero presente en mi vida), y hoy debería estar yéndome al norte y sin embargo acá estoy. Sí, terrible volantazo en mi vida.
Pero lo estoy subiendo hoy, porque aunque tenga nuevamente compañero de camino y aunque me pase todo enero en Buenos Aires, creo que la esencia del poema no cambió. Creo que sigo buscando mi propio norte. Mi posición geográfica no ayudará a que el efecto sea muy poético, pero hacia el norte de mi brújula voy. Y, lo que es más importante, soy consciente ahora, de que aunque camine tomada de su mano y aunque nos estemos acompañando en la búsqueda, mi norte va a ser siempre mío y el rumbo que decida para mi vida lo voy a seguir eligiendo yo. Lo que sigue presente es la idea de la búsqueda, de la pregunta, de la duda, del empeño por encontrar objetivos y correr tras ellos. Por supuesto que espero que el brillo de ese sol, los colores de ese paisaje y la intensidad de ese relieve, sean capaces de acompañarme en este desafío. Pero ya no estoy dispuesta a resignar mi búsqueda si ellos no lo son.
No es casualidad que en este momento de mi vida, todos mis planteos se resuman a la pregunta de qué vida quiero tener. Y no hay nada que me haga más feliz que salir a buscar la respuesta.
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martes, 3 de enero de 2012
De mis vacaciones en casa
Estoy muy contenta con mis vacaciones en casa. Todos los días me levanto y, mientras me preparo el mate -porque yo cuando me levanto siempre tomo mate, sea la hora que sea-, pienso en qué tengo ganas de hacer hoy.
¿Leer un libro? ¿Agarrar la máquina de coser? ¿Decorar mi cuarto? ¿Jugar al Solitario Spider? ¿Depilarme las cejas? ¿Tejer un pullover? ¿Limpiar el baño? ¿Hacer macramé? ¿Pintar una remera? ¿Ordenar papeles? ¿Escribir un cuento? ¿Cocinar un postre? ¿Actualizar mi blog? ¿Hacer sudokus? ¿Ver una película? ¿Cortarme el pelo? Y largo etcétera...
Me gusta porque tengo toda la libertad del mundo de elegir cualquiera de esas opciones, sin presiones ni tensiones por empezar o terminar algo, hacerlo simplemente por el placer de hacerlo.
A raiz de esto estuve mambeando, estos días, si no seré una persona muy solitaria. Siempre el horóscopo dice que Capricornio es solitario, y yo (que me reconozco absolutamente en la personalidad capricorniana) nunca logré hallarme en esa característica.
Porque no me considero solitaria. Es simplemente que puedo disfrutar de mi soledad. No me embolo, no me aburro estando sola. Puedo disfrutarlo.
Y en este momento de mi vida, lo siento necesario. Quiero tiempo para mí, para estar conmigo misma, tranquila, pancha, haciendo lo que tengo ganas de hacer y nada más.
¡No se asusten, amig@s! Mis días son como cuento acá.
Por supuesto que mis noches son todas suyas...
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lunes, 2 de enero de 2012
Penélope
Hoy se cumple una semana desde que L. se fue de vacaciones a Ecuador. (Tranqui, faltan 25 días más.) También se cumple una semana de que empecé oficialmente mis vacaciones, y estoy haciendo muchas muchas cosas en casa.
Por ejemplo agarré un tejido que había empezado este invierno y claramente había dejado por la mitad en la vorágine del año. Ya tenía tejida toda la espalda con lana doble: una marrón y una cruda. Pero le había hecho una forma medio rara, así que decidí destejerlo y empezar de nuevo. Llegué a la sisa y la tejí y destejí varias veces hasta que estuve conforme. Terminé la espalda con la nueva forma, y me di cuenta de que no me iba a dar la lana para hacer la delantera. Mi mamá me sugirió hacer otro punto para que rindiera más y me alcanzara. Empecé, pues, ese punto más flojo con la lana doble. Decidí que no me gustaba cómo quedaba con lana doble, así que destejí nuevamente todo lo que ya había hecho. Hoy empecé nuevamente el tejido únicamente con la lana marrón. Espero que esta decisión sea definitiva y dure.
Mientras tejo y destejo, suena esta canción en mis oídos. Es muy triste la versión de Serrat, creo todavía no es hora de mambear esas cosas.
martes, 27 de diciembre de 2011
Ahora sí
Siendo las 4 de la mañana y estando yo acá en la computadora, puedo decir que estoy oficialmente de vacaciones.
lunes, 5 de diciembre de 2011
Calienta pijas
El otro día discutía con L. (*) si yo era o no calienta pijas. Yo aseguraba que sí, pero él me decía que el término alude a "la que calienta la pava pero no ceba el mate" y que por lo tanto no se aplicaba. Yo seguía asegurando que sí. El sábado a la noche empecé a esbozar una teoría sobre la cuestión.
Yo soy cero histérica, cero. Me gustás y te gusto, vamos a la cama. Así, sin vueltas. Sin rodeos. Sin obstáculos innecesarios. Y el hecho de no ser histérica, podría hacerme pensar que no soy calienta pijas. Pero no me conformo con eso.
El sábado a la noche me di cuenta de que disfruto mucho de calentarles la pava (sí, y no cebar el mate), a aquellos hombres a los que, ¿humildemente?, sé que les encanto. A aquel muchacho que describió la noche que pasó conmigo como "el mejor garche de su vida", no puedo evitar querer ir a bailarle y después correrle la boca. Es algo que va más allá de mí, y que me hace sentir tan placenteramente hija de puta. Con el otro que me busca y me busca desde segundo año pero que por lento o por tonto sólo estuvimos una vez, me pasa que me encanta piropearlo durante el día y esquivarlo durante la noche. Seré una persona muy mala en el fondo, puede ser.
Igualmente, a mi teoría le falta ir más al fondo de la cuestión. Leo el párrafo anterior y pienso que soy una egocéntrica de mierda: no sólo asumo que existen hombres a los que les encanto sino que además me aprovecho de eso para dejarlos con la chele. Calienta pijas de las jodidas. Pero pienso en mí conociéndome, y me pregunto si no será que lo tomo como un "refugio de seguridad", como una forma de lucirme donde sé que gusto y poder sentirme bien conmigo misma. Y eso me lleva a preguntarme por qué siempre necesito encontrar en los demás, la seguridad sobre mí misma.
Ok, ya sé de qué voy a hablar en mi próxima sesión de terapia.
(*) Estuve a punto de escribir "con mi novio", pero me adelanté al fallido; casi atino a "mi ex" pero me pareció que iba a quedar como un dato curioso en la anécdota; pensé en "mi ex/actual" pero me pareció muy pete. Así que de nuevo opté por llamarlo L.: este blog sabe mejor que nadie quién es L.
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viernes, 2 de diciembre de 2011
El mal humor
Es como un interruptor que tengo en alguna parte de mi cuerpo y que alguien -o yo misma- aprieta sin saberlo. A partir de ahí se activa drásticamente mi estado de mal humor. Y cada palabra que entra por mis oídos me duele, me aturde, me lastima. No puedo volver a abrir la boca porque nada lindo saldría, y en cambio cagaría a puteadas a todo el mundo.
Las razones que hacen que ese interruptor se active son muy variadas. A veces, que tengo ganas de hacer algo imposible; salir con alguien que en ese momento no puede salir, por ejemplo. También cosas insólitas, por ejemplo, que sea muy tarde pero no tener ganas de dormirme. Algunas cosas más complejas, como que me dijeron algo que no quise escuchar. O tener que cumplir con responsabilidades que en ese momento no quiero; por ejemplo a veces me pone de mal humor tener reuniones los domingos. Una cosa que me pone particularmente de mal humor es no poder transmitirle al otro lo que me pasa, sentir que no me entiende o que no me sé expresar. Tener mucho sueño también me pone de mal humor.
Hay pocas cosas en la vida que me sacan del mal humor. Una cena con amigas, por ejemplo. Preparar mate, por ejemplo. Un mensajito de L., por ejemplo. Escuchar algún buen tema, por ejemplo. Un halago o cumplido hacia mi persona, por qué no. Un buen Solitario Spider que gane como una campeona, sí señor. Ahora que me doy cuenta, existen más cosas en la vida que me sacan del mal humor que las que yo pensaba. Ahora sí, si no van a hacer nada para sacarme, prefiero que me dejen sola conmigo misma.
A veces para salir del mal humor, duermo. Duermo eternamente. El problema es que no hay nada que me ponga de peor humor que quedarme dormida o levantarme muy tarde.
Uhm.
Igual creo que escribir esta entrada me sirvió.
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