jueves, 12 de enero de 2012

Uno de esos recuerdos que me hacen llorar

En la entrada del departamento de Adela, había una mesita en la que reposaban dos floreros con rosas artificiales y tres portarretratos. En uno de esos portarretratos (éste tamaño 13 x 18) no se exibía una foto, sino una tarjeta-postal de las de "Felicidades" que se venden en los todo por dos pesos.

Un día, advertí que en esa tarjeta-postal, además del impreso "Felicidades", danzaban unas letras prolijísimas pero de pulso tembloroso. Tendría yo unos seis o siete años, o sea que hacía relativamente poco que mi abuelo faltaba. Estábamos Adela y yo en su casa, a punto de salir a dar una vuelta por el barrio o quizás a hacer unos mandados. Yo, parada frente a la puerta, me detuve un instante en el portarretratos, advirtiéndo las letras escritas a mano. Cuando Adela puso la llave en la cerradura, me volteé dispuesta a salir. Pero ella me dijo: "¿Querés leerla? Me la escribió el abuelo el día antes de morir. Él sabía que se iba a morir". Entonces la leí. "Chiquita: Te quiero hasta la eternidad. Gracias por los años vividos. Te amo con todo mi corazón. Enrique".

Nunca voy a olvidar esas palabras ni el escalofrío que sentí entonces. Con esa paciencia y humildad que la caracterizaban, Adela me estaba convidando con la última de las tantas cartitas de amor que mi abuelo supo dedicarle.

Acabo de recordarlo y, con lágrimas en los ojos y una sensación de ausencia en el pecho, necesité contarlo.

2 comentarios:

Acicalada dijo...

y yo ahora, con las mismas lágrimas y la misma sensación de ausencia en el pecho, necesito abrazarte, hermosa.

corazon morado dijo...

posta que me re acuerdo de eso. creo que yo también estaba. y esta es de alguna manera mi version: http://enlatierraquemada.blogspot.com.ar/2011/09/un-ano-ya.html